La
hermana del informático lee en el móvil que ha sido suspendido el
referéndum del pueblo kurdo en Irak.
Recuerdo
que en los años 80 y 90, tanto en Barcelona como en Madrid y otras
capitales, mucha gente se manifestaba a favor de la libertad del
pueblo kurdo, a tal punto que incluso se puso de moda el pañuelo
kurdo entre los jóvenes y los progres adultos y viejos de entonces,
recuerda el poeta romántico del barrio.
¿Dónde
estarán hoy?, pregunta la nieta del anarquista.
Pero, niña, ¿dónde quieres que estén?, ¡qué preguntas de hacer! Pues estarán en alguna asociación razonable y sensata, como debe ser, en contra de los referéndums que idean las malas personas, replica la cuñada del dentista.
Pero, niña, ¿dónde quieres que estén?, ¡qué preguntas de hacer! Pues estarán en alguna asociación razonable y sensata, como debe ser, en contra de los referéndums que idean las malas personas, replica la cuñada del dentista.
Claro,
nos hacemos mayores, recapacitamos y nos damos cuenta de todas las
tonterías que hemos hecho en nuestra juventud, así debe ser,
advierte la fiscal del barrio, que no es fiscal, sino vecina que
fiscaliza en el bar.
En
casa aún conservamos el pañuelo de mi abuelo, ¿no será falta o
delito?, pregunta la nieta del anarquista.
Un
novio que se hacía el revolucionario, le regaló a mi madre un
pañuelo kurdo, ¡y ahora este exnovio tiene una tienda de productos
eróticos en una zona turística!, exclama riendo la hija de la
bibliotecaria.
¡Caramba
con el novio!, apunta el humorista.
A mí también me regalaron uno de esos pañuelos, por mi santo, las compañeras del consultorio, indica la vidente del barrio.
Callen, callen y no armen más bulla, ¡ahora me salen con el pañuelo kurdo!, dice el politólogo del barrio.
A mí también me regalaron uno de esos pañuelos, por mi santo, las compañeras del consultorio, indica la vidente del barrio.
Callen, callen y no armen más bulla, ¡ahora me salen con el pañuelo kurdo!, dice el politólogo del barrio.
¿Qué
curre ahora, qué pasa con el crudo?, pregunta el periodista del
barrio.
¡Marchando,
otro carajillo!, avisa la dueña del bar.
3 comentarios:
Mariarosa Compta: Es van imitant uns als altres! El cas és prohibir!
Carles Collado Hernandez: No era un "palestino"?
Un lector: Eso vino después del pañuelo kurdo.
Montserrat Olivés Miret
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