lunes, 17 de diciembre de 2012

OTRA SESIÓN EN EL CLUB DE LAS SÁTIRAS, CON CRISTINA PERI ROSSI



LA CONSTRUCCION DE UNA NACIÓN, II

    En la oscuridad de un portal, a la noche, un hombre esperó a otro; cuando lo sorprendió, lo apuntó con el dedo pulgar -bastante largo, todos sea dicho- de la mano derecha hundido en el bolsillo y le dijo:
-¡La bolsa o la vida!
El otro lo miró con escepticismo.
-No sea ridículo –le contestó-. Ya nadie lleva suelto. Ahora, todo es con tarjeta. En cuanto a eso con que me apunta, ¿es una erección? Lo siento, soy hetero convencido. No le diré que alguna vez, en mi juventud, en los baños del gimnasio, entre los chicos… pero eran cosas de chico, como las ha hecho cualquiera.
-¡La tarjeta o la vida! –corrigió el asaltante; ahora que ya no tenía el dedo -la erección- apuntando al otro, se sentía un poco humillado.
-Tome la tarjeta –le dijo el asaltado. No tiene saldo. Puede servir para abrir alguna puerta, pero nada más. Y no creo que le convenga este edificio: casi todos los inquilinos están en el paro.
El asaltante se deprimió. Dejó caer el dedo del bolsillo y miró hacia abajo. Se sentaron juntos en el borde de la acera.
-¿Tiene un cigarrillo? pidió el asaltante.
-Sólo me queda uno –respondió el otro. Lo repartiremos. El médico me ha dicho que deje de fumar, pero como estoy en el paro, tampoco podría gastar en humo. Tengo un enfisema.
-Y yo una úlcera. De comer la comida de los contenedores. Ya no es como antes, cuando se podía vivir de asaltar a un turista una vez por semana. Yo solía desayunar en los hoteles, en la época de las llaves. Me iba al self service del hotel, comía para todo el día y daba el número de una habitación vacía. Ahora ya no hay llaves, sino esas horribles tarjetas…
-Por culpa de los bancos. Los bancos se han apoderado de todos los negocios.
-Es una bendición no haber tenido dinero ahorrado; me habrían colocado preferentes…
-¿Y si fuéramos diputados? Por lo que sé, viajan en primera, tienen las vacaciones pagadas y reciben comisiones de aquí y de allá y de acullá…También tienen ordenadores y móviles.
-Si quiere un móvil, yo le doy uno… me apropié de unos cuantos durante el último partido de fútbol. ¿Y dónde tiene que inscribirse uno para ser diputado? ¿En la agencia del paro?
-¡No, hombre, además de ridículo, no sea antiguo! Ya no sirven las agencias del paro. Tiene que anotarse en un partido político.
-¿En cuál?
-En uno local, provinciano. Tienen menos dinero que los otros, pero se hacen relaciones con más facilidad. Y una relación lleva a la otra… una comisión lleva a la otra… Usted sólo tiene que aprender una frase. La frase es: mejor engordar a un cerdo de casa que a un cerdo de afuera…
-¿Me voy a dedicar a la industria porcina?
-Más o menos. Venderá chanchullos, chorizos, morcillas y algunas empanadas.
-Voy ahora mismo a anotarme.
-Mejor de madrugada; cuanto antes llegue, más probabilidades. La gente hace cola desde una semana antes. Y cuando le llegue el turno, regálele un móvil última generación con Internet IPOD cámara televisión muebles piso adosado wi-fi y teconología punta al que lo inscribe. Hay que ayudar a la suerte…

Cristina Peri Rossi

4 comentarios:

comunidad de cerdos libres dijo...

Las pocilgas las construyen los hombres, en sus granjas. Nosotros, en libertad, somos limpios y no apestamos la tierra.

delegados sindicales de colmenas, pocilgas, establos, gallineros, conejeras, y otras jaulas zoológicas dijo...

Todos a una, contra el sistema carcelario de los hombres.

amnistía internacional de cerdos y cerdas dijo...

El cerdo era limpio hasta que el hombre lo aprisionó en una pocilga, para que se revolcara en el estiércol. Llamar cerdo a un hombre, en este caso, sería ennoblecer al hombre.
Y los cerdos no queremos ser hombres, ni que los hombres lleven nuestro nombre y lo utilicen para sus porcadas de hombres.

A.T dijo...

"Rebelión en la granja". Por un mundo nuevo sin pocilgas.
El lunes a la(s) 12:20 · Me gusta · 1