Por supuesto, el escritor está sentado a la mesa de un café y desde allí observa los bancos públicos del centro de la plaza. Ya sabemos que hay gente pobre que se sienta y duerme en los bancos públicos, pero también hay gente que gustamos de sentarnos al aire libre, en un banco publico, por el placer de no estar con nadie y no tener alrededor ni clientes de bar ni camareros, ni humo de cigarrillos ni ruido de palabras ajenas.
Ya sabemos que la mayoría de escritores ignoran el alma de las calles y plazas de ciudad, las reales, y sólo se mueven por lugares cerrados (incluso hay una canción de Georges Brassens sobre los pobres enamorados y los bancos públicos). Pero esto no significa que los que gustamos de sentarnos en un banco público lo hagamos por no tener algo de dinero para un café o simplemente para ahorrar.
Por otra parte, es una lástima que los bancos públicos de Barcelona estén tan rotos y sucios en algunos barrios, manchados por las bebidas y los aceites de las comidas de ciertos turistas y no limpiados por el Ayuntamiento, los mismos que seguramente no se atreverían a manchar los bancos públicos de Ámsterdam o Viena.
1 comentario:
M Cinta Montagut Sancho, María Fernández Cuello y 7 personas más les gusta esto.
Jose L Ferraz: Es una lástima.... Vamos creciendo y perdiendo la perspectiva. Nos olvidamos de lo esencial, del camino. Deseamos llegar a algún lugar concreto lo antes posible, reduciendo la vida a principios y finales. Agoniza lo casual, lo espontáneo, la intimidad individual.
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