domingo, 3 de julio de 2011

LA VENDEDORA DE CERILLAS


Llueve. Salió a vender las últimas cerillas, entregó los últimos poemas (en poesía, ya lo sabemos, ni se vende ni se compra, y los poetas viven del aire).
Sale a la calle, enciende las cuatro o cinco últimas cerillas, enciende los tres últimos poemas o la última frase de un cuento, pero al doblar una esquina, de súbito, una corriente de aire frío apaga las cerillas y los poemas y todo se vuelve ceniza. Pero es una ceniza encendida, que arde en las manos de quien la toca, aunque llueva.

El suplente del cronista

6 comentarios:

Tomé de Burguillos dijo...

Cerillas, poemas, dibujos, todo se resolverá en polvo, como decía Lope de Vega en un soneto.

fatalista dijo...

Cuando tienes cerillas no las necesitas, cuando las necesitas no las tienes.

Lope dijo...

El soneto citado es del Licenciado Tomé de Burguillos, y no mío. Que cada uno cargue con sus sonetos y haga de su capa un sayo.

quevedesca dijo...

Andar de capa caída.

gongorino dijo...

Presumen de sonetos y hacen de capa rota.

Dicc. dijo...

capa rota.

1. f. coloq. Persona que se envía disimuladamente para algún negocio de consideración.

Dicc. RAE