Miguel Ripoll, El aventurero del espacio (H.A. de Ediciones, 1958)
- Whispering Jack Smith - Ramona (1928)
Europa: Presidente estable del Consejo de Europa, presidente temporal de la Unión Europea, presidente del Estado, presidente de la Comunidad Autónoma, presidente de la Diputación, presidente del consejo de administración de este Banco o aquella Caja, presidente del patronato de la Fundación X, presidente del patronato del Palacio de la Música o del Liceo, presidente del Barça, del Real Madrid, presidente de aquí, presidente de allá.
¿Con tantas presidencias ya sabrán aplicar las reglas del protocolo para que unos presidentes no presidan sobre los otros, que también quieren presidir todo lo que sea digno de ser presidido en esta vida presidenciable? (Sin contar con los vicepresidentes innumerables, que también ocupan espacio terrenal).
Y otra pregunta inútil: ¿Por qué hay tantas ganas de presidir en Europa, América, Asia, África... ?
Una modesta propuesta: que los cargos sean casi honoríficos, es decir, con un sueldo modesto, razonable, suficiente para poder vivir y disfrutar como los otros ciudadanos.
¿Por qué salen, ahora mismo, corriendo los presidentes (y vicepresidentes no mencionados) hacia la puerta de salida, argumentando -mientras siguen corriendo- que les aguarda otra reunión y que no tienen tiempo para preguntas y propuestas inútiles, mal intencionadas?
El suplente del cronista
3 comentarios:
Pero yo he regresado al pasado, llevado por la melodía de RAMONA.
Ramona, la Ramona que yo conocí, era una chica de servicio, pequeñita y no muy agraciada, pero muy marrana.
Cuando podíamos nos sentabamos alineados a su alrededor, junto a la valla del jardín y competíamos por ponernos a su lado para pillar cacho.
Ramona no tenía ninguna presidencia, pero para nosotros era, y ella lo sabía, la diosa del amor.
No del amor platónico o cristiano, no; era nuestra diosa del amor carnal, hecho de puro deseo y pasión.
Ella, con su sola presencia, desmintió todos los prejuicios que nos había dado una educación cristiana, y supo redimir el deseo y la carne.
Lo que me enseñaron los curas ha quedado archivado en algún lugar de la memoria con los cuentos infantiles, pero lo que aprendí con "la Ramona" no lo he olvidado nunca, y me ayuda, día a día, a ir cruzando este valle de lágrimas.
Muchos fuimos los iniciados por chicas como la Ramona, que cita Nadal. La mayoría venían del campo a la ciudad a trabajar. Ellas conocían la naturaleza, el campo, la vida de los animales. Nosotros, loc chicos de la ciudad, habíamos aprendido mal de las películas e intentábamos aprovecharnos de las chicas del campo, siempre más listas que nosotros. Aprovecharnos, siempre, a escondidas de nuestros padres. Nosotros, pecadores siempre. Ellas, libres, frescas, juguetonas, como en un relato de Pavese.
La mayoría de las chicas de esa época no tuvieron tanta suerte. Los Ramones solían ser violentos y agresivos y les mandaban callar lo que enseñaban.
Nada de bello verano Pavesiano, más bien Edgar Allan Poe.
Yo tuve suerte, encontré un Ramón dulce y tierno, pero por desgracia no era lo habitual.
Aprendiza
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