Ir y venir, ir y venir,
para entrar a tu habitación blanca.
Una peregrinación de amor, desesperada.
Hasta cerrar tus ojos,
que veían
lo que otros no podía ver.
Nunca podré olvidar
el contenido embrujado, extraviado, de tus ojos.
Tu fija mirada.
Cerré tus párpados,
besé tus labios
y puse la mano
sobre la parte del cuerpo
que te había matado.
Piel sobre piel,
amor vivo, amor muerto.
Solos,
en la habitación
del hospital.
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