Foto: Judith Xifré
Ha merecido la pena vivir
para encontrarte, decir tu nombre,
haberte conocido,
amarte,
y sentir, ahora,
en el costado del dolor,
nostalgia de ti.
2
Todo el odio y el amor del mundo
(o una parte),
caben entre los labios resecos
de una herida abierta.
Llegó alguien que besó la herida,
la cerró,
y partió secuestrada por la muerte.
Hubo quien sobrevivió,
descorazonado,
señalado el dolor
en el costado del corazón.
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