jueves, 29 de agosto de 2024

DESAYUNO EN EL JARDÍN

 Foto: J.X.

Después de varios días de malentendidos, se encuentran en el lugar de la cita, un zona ajardinada próxima al cementerio.

Le regala una flores amarillas, y la novia sonríe.

Entrelazados por la cintura, dan una vuelta y entran en el jardín de su casa: la casa de ella, donde todo es silencio, sólo alterado por las alertas de las gaviotas y las palabras de saludo y despedida de los invitados. Se trata de una estancia situada en una isla separada del resto de estancias por una entrada que semeja un pequeño túnel. Tanto dentro como fuera de la isla, vienen a diario los visitantes habituales, a los que hay que añadir los invitados a los rituales de los nuevos residentes de esas estancias, explica la novia, minuciosa, en un tono delicado propio de ella. 

Desayunan en el jardín, bajo los árboles, beben una cerveza, se cuentan algunas anécdotas. El problema es la ausencia entre una y otra cita, dicen ambos. Pero no es posible hacer otra cosa, de momento, dadas las circunstancias adversas.

Se despiden hasta el día siguiente, esta vez sí, hasta el día siguiente, insisten.

Él deja los botellines de cerveza y los vasos de plástico en una papelera del cementerio, repleta de flores secas.


 C. D. Friedrich, Entrada al cementerio


viernes, 23 de agosto de 2024

PEREGRINAJE DEL ABANDONO

 Foto: J.X.

Un poeta extraviado va recorriendo las etapas del camino de perdición, hasta que llega a un cruce, a una bifurcación del bosque. Hay un poste de madera con dos señalizaciones: una indica que al final del camino no hay redención posible. La otra, señala un atajo de redención.

El poeta extraviado escoge este segundo desvío del camino de perdición: el atajo de redención. Descreído, no confía en que él pueda ser objeto de ninguna redención. Pero sigue adelante, por si encuentra al azar, en algún recodo del atajo, una palabra reconocible, una luz reveladora.

Gracias a la vida que le resta, el poeta extraviado sigue subiendo y bajando por caminos, atajos y desvíos de toda condición -llanos, oscuros, pedregosos...-, de tal modo que al caminar se entrega en corazón y alma a cada paso, pues teme no llegar a tiempo a la cita convenida en un lugar remoto del bosque. Lugar rodeado de malas hierbas, altas, sin flores, que no podía atraer a nadie, salvo a aquellos muertos de amor que adivinaban el lugar secreto de la cita.

Huellas de sangre amorosa marcan el sendero a ninguna parte, donde el amor tiene su dominio.

Éste es todo el sentido, todo el misterio. No hay más. En la soledad del bosque, intentando el olvido bajo la sombra de los árboles. O perdido, totalmente, como ella se perdió aquel día bajo la tormenta, mientras avanzaba sola por caminos confusos, embarrados, hasta que vislumbró una casa en lo alto de  una colina. Desesperada, llamó a la puerta, y tuvo la fortuna de ser bien acogida por un muchacho que la acompañó hasta el pueblo más cercano. Pero no siempre hay una casa solitaria en la colina, ni alguien que te abra la puerta para salvarte del extravío. 

No hay más flores. Todos los pétalos se han marchitado. Y la sangre amorosa, derramada en el suelo, se ha vuelto oscura, oscura. 

La cometa de un niño o de un enamorado desamparado cruza el cielo del bosque, volando arriba y abajo, cortado el hilo que la ataba a la tierra, volando separada de la mano del niño o del enamorado desamparado. La cometa lleva colgado en la cola un trapo negro, pintado con letras grandes rojas:

             ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO?

lunes, 5 de agosto de 2024

TRABAJOS

Foto: J.X.








Trabajos para sobrevivir al amor y a la muerte.

¿Trabajos útiles, inútiles? Trabajos.

Trabajos sobre la vida y la muerte, trabajos, variaciones sobre el amor, el dolor y la muerte. La inocencia, la angustia, la culpa, la redención (si hay tiempo, si es posible). Trabajos.

Digas lo que digas, se trata de una mala jugada poética haber apostado por el amor demasiado tarde -después de tanto apostar por la rotura de lo desconocido-, tirando los dados sobre el tapete descolorido de la muerte, cuyos dominios no puede cambiar el azar ni con dados trucados, ni con un poema.

En un callejón sin salida, dos enamorados inician el ritual del corazón quemado. Figuras de humedad y musgo encendidas en las paredes de los dos lados y en el muro del fondo. Todo el callejón solitario desfigurado por el humo.

Habla una pregunta escrita en la pared:

En el gran vacío cósmico, ¿puede sobrevivir la substancia del amor en la ausencia, en la nostalgia, en el sueño de lo que pudo ser humanamente divino?

Habla una leyenda escrita en la pared:

Aun no creyendo en nada, hacía un elogio de la vida por haberla conocido a ella, a la novia muerta, que le dio una segunda vida, a él, el novio de la novia muerta.

Junto a un recodo del abismo, removiendo la ceniza de los dos corazones quemados, entre las malas hierbas, brota una flor, un montón de amarillo..., un montón de amarillo.

Acrobacias inesperadas del cuerpo sobre el alambre. Pero éste, el cuerpo, duda un instante, se estremece, tiembla y cae al vacío. Queda malherido, ensangrentada la arena de la pista del circo.

En el vacío del corazón, las malas hierbas nutren las raíces de una flor..., pétalos de sangre amorosa.

De la flor se desprende un lazo que se ata a la cintura del alma, que arrastra el peso..., todo el peso del cuerpo del acróbata, todo el peso atado a la cintura del alma. 

Enlazado por la flor, el acróbata se incorpora..., una mitad del alma vestida de sangre amorosa..., y saluda al público haciendo una reverencia..., el pánico se apodera de los espectadores..., todos salen huyendo.

El lazo de la flor arrastra el peso del alma..., encabeza el arrastre un vestido de sangre amorosa.

Subiendo al bosque de los espíritus, dos escupitajos manchan el vestido de sangre amorosa. 

Se oye un lamento: “¿Por qué me has abandonado?”


Las variedades espirituales, estas variedades descritas aquí, en el refugio de esta cueva o cabaret, pueden ser una muestra de amor escenificada ante los vivos, pero dedicada a ti, que paseas y atiendes las sombras del amor de otras novias muertas.


A lo lejos, pero cada vez más cercano, se oye un lamento:

“¿Por qué me has abandonado?”