miércoles, 24 de abril de 2024

EL VÍA CRUCIS DE LAS CALLES Y UN SENDERO

Foto: J.X.

Se arrastraba por las calles como haciendo una imitación del vía crucis, mientras proclamaba: “Soportamos el peso del trabajo de los vivos, pero, bajo nuestra piel viva, nos substancia el trabajo de los muertos. La piel viva, a su vez, nutre a la piel muerta que se oculta debajo de ella, como si, en ese arrastrarse por la tierra, en ese contacto mutuo de la piel -la piel viva y la piel muerta-, tuviera lugar un misterioso intercambio amoroso. Aquellos que me escuchan, ni lo saben ni lo entenderán, pero sí, estoy enamorado de una novia muerta. Un ramo de flores atado, que se va desliando, sobrenada en el agua turbia, fangosa, de la charca de un sendero, cubriéndola de instantes de amor sin nombre. Una rana ensaya un canto entre los pétalos. De nada te sirve dormir y refugiarte en el sueño, cuando el sueño no es más que la deformación, la variación del desastre. Al final del sendero, en el jardín secreto, brota una flor que perfuma a la novia muerta. Dentro de ti, se ramifica la misma flor y se deshoja. Cada pétalo deshojado, abre y cierra las heridas por la novia muerta. Sin flor, se nutre el tallo espinoso dentro de ti, para que broten más flores para la novia muerta. La sangre no se reseca. Querer en el vacío del desquerer, sin formas de amor, sin formas. Pero con sangre amorosa. En el vacío, y sin embargo querer, y sin embargo quererte... Hágame un ramo con estas flores..., sí, está bien, gracias... También las flores, al estar en tus manos, presienten el peso que llevas dentro. Son flores vivas aún, aunque ya cortadas, pero forman un pequeño ramo en tus manos que te ayuda a sobrellevar el peso de la muerte. Flores vivas, olorosas aún, que participan en la ausencia. Son flores para la muerte, que perfuman la destrucción y rescatan tu nombre, te rescatan del secuestro del vacío y dicen tu nombre, otra vez.”

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