Foto: J.X.
Tenía muchas razones y visiones, que no quería explicar, para que su alma le abandonara fugándose por una rendija, por una rasgadura infinita que ella misma, atormentándose y atormentándole, había perforado en el esqueleto de él, y que después se esparciría en el aire formando una nube grisácea, como humo de ceniza.
Con la sangre amorosa que aún se derramaba por la rendija o rasgadura infinita del esqueleto, se empaparían los trapos del vacío, igual como ya le sucedió una vez en su infancia.
Premonición de la sangre amorosa.
Debajo, dentro, en la rasgadura, cuánta tristeza, un dolor indecible agujereando el hueso.
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