miércoles, 22 de marzo de 2023

VIVIR A EXPENSAS...

Foto: J.X. 

I

El malvivir te extrajo el corazón y lo devoró.

¿El malvivir? ¿Qué malvivir?

El malvivir, tu propio malvivir, entre alucinado y enlutado, te sajó las costillas, extrajo el corazón y lo devoró.

El tejido de luto, salpicado de vergüenza, es empapado y teñido de rojo por la sangre amorosa que te sale al encuentro y se derrama en el lugar vacío del corazón.

Es otro modo de malvivir, éste, el que ahora malvives con el corazón devorado, a expensas de ese amor secreto que brota entre las flores y te nutre. No puedes negarlo: malvives de la muerte. De la muerte de ella, en cuya sangre amorosa se transparenta el vacío que tienes en el lugar del corazón.

No entiendo nada. Pues yo tampoco. Sin embargo, aquí estamos: el alma ha salido, se ha ido de ronda, o de visita, y no sabemos si volverá.

Es lo que pasa con esa cosas del corazón, es lo que pasa y no vuelve. Un día tropiezas en una calle oscura, y a causa del golpe te quedas vacío por dentro, sin entrañas, sin corazón. Y el alma sale de casa y no vuelve.

Desde entonces, sin corazón, vives a expensas del amor cuyas flores vienen de la muerte. De la muerte de ella.

Recuérdalo siempre. Recuerda quién te rescató de la trampa del suelo en que habías caído, atrapado en ella años y años, hasta que una sangre amorosa te mantuvo en pie, sin corazón, es verdad, con el cuerpo vacío, es verdad, pero amando de algún modo, a expensas de las flores que brotan en tierra de nadie, en tierra devastada, y que siguen floreciendo a expensas de la muerte. De la muerte de ella.


II

Con el alma agarrada a la cola de una palabra buscando una salida, o pensar en ella, en la salida, en la aparición de la novia muerta, y continuar viviendo así, amando a expensas, a costa de su muerte, entre las flores reveladoras, malvivir de su muerte y encarnarla aquí, en el lugar vacío del corazón.


¿Quién eres, que hablas tanto? ¿Quién?


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