viernes, 17 de febrero de 2023

LAS FLORES DEL DOLOR

 Foto: J.X.

Nunca podría olvidar el dolor, aquel dolor, que no era su dolor, que no era su propio dolor, sino el dolor de otro ser, el dolor de ella.

Llevaba flores en los bolsillos que repartía entre las novias muertas que se le aparecían por las calles.

Una de ellas, entonaba una canción cuya letra evocaba, no sólo la pérdida de un amor, sino la historia de un amor extraviado, "perdido y extraviado", indicaba como para señalar una mayor perdición, o delirio amoroso.

Otra, se lamentaba del olvido en que los seres queridos tienen a las novias muertas, tanto, tanto, que ellas no pueden atravesar la distancia del olvido, no pueden resucitar en la memoria y volver a la vida.

Todo el amor del mundo cabe en la ceniza de una flor, si esa flor está bien escondida bajo la piel, de modo que pueda perdurar más allá de la muerte, como flor oculta bajo la piel, en la ceniza. Por eso, todo el amor del mundo cabe en una flor, en la ceniza de una flor -le susurraban al oído dos novias muertas, mientras lo acompañaban del brazo hasta la próxima esquina.

Todo nos destroza”, dijeron ambas al despedirnos en la esquina y darnos un beso en plena muerte, el cual tenía gusto a ceniza de flor en plena calle, amor de novia muerta oculto bajo la piel, en el escondrijo de ceniza de la flor.


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