Foto: J.X.
El día después de todo lo ocurrido (las enfermeras la habían lavado y peinado, como si la embellecieran para una boda u otra cita importante), cuando la muerte entró, la raptó, salió cerrando la puerta de un portazo y se fue con ella escaleras abajo..., fue entonces.
Entonces, él supo que el mundo le sería extraño y hostil para siempre.
Le costó mucho, al principio, abrir la puerta cerrada con aquel portazo, bajar las escaleras y salir, o mejor dicho, arrojarse a la calle, arrastrando los pies, con la novia muerte dentro.
Llevaba a la muerte estigmatizada en la cabeza y cuerpo abajo, acumulándose en los pies, que arrastraba.
Un triciclo turístico estuvo a punto de atropellarlo, el conductor frenó, indignado con el transeúnte.
Éste se acercó al conductor y le explicó que la muerte le ataba los pies y no podía andar sino arrastrándolos.
El conductor, pretendiendo consolarlo, le dijo que lo sentía y que todos, al fin, acabaremos muriendo.
Él le miró con ternura, sonrió, y se despidió saludándole abriendo la mano.
Siguió calle arriba, arrastrando los pies, en busca de una floristería que tuviera flores para la muerte.
Cuando la muerte cerró la puerta dando aquel portazo, él perdió el lugar que habitaba. De ahora en adelante, ya no habría en el mundo ningún lugar para él.
Los últimos días de su vida seguía arrastrando los pies hacia más allá, con los brazos en cruz, un ramo marchito en la mano derecha y otro en la mano izquierda.
Como anunciaba una visionaria del barrio, aficionada a las películas del Oeste y algo irónica: "Para salvar un alma, lo mejor es encontrar a alguien que la haya perdido."
2 comentarios:
Teresa Costa-Gramunt: Bellesa en estat pur
Teresa Shaw Urioste: Un abrazo, Alberto.
Montserrat Olivés Miret: Meravella!!!
Coco Rodriguez Margalef Rodriguez Margalef
Alberto Gimeno
Ariel Fridman
Josep M. Sala-Valldaura
Róger Édgard Antón Fabián
Albert Lazaro Tinaut
Marta Masdéu
Eduard Sanahuja
Isa Dominguez
Mireia Puertas
Ramòn Lupiañez
Montserrat Olivés Miret
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