lunes, 21 de febrero de 2022

A TÍTULO PÓSTUMO

Foto: J.X.

No hablaba apenas con nadie y lo señalaron como insociable. Fue denunciado por unos vecinos.

Y lo detuvieron.

Pero se escapó aprovechando un descuido de la vigilancia.

Se fugó lejos de la ciudad. Sus piernas nunca le habían flaqueado. Excepto una vez, cuando la vio a ella en la cama del hospital, rígida, con los ojos muy abiertos. Le dio un beso y le acarició, bajo las sábanas, el lugar del dolor donde escarbó la muerte, el lado izquierdo del vientre muerto.

Años después, lo hallaron en un bosque, bajo unos matorrales, con el corazón abierto a navajazos.

Fue enjuiciado, sentenciado y ejecutado a título póstumo, en efigie, como uno de aquellos herejes fugados de las garras de la Inquisición. 

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