Foto: J.X.
Dicen que era un tipo raro, que dejaba papeles escritos en los buzones de los vecinos, generalmente cosas poéticas que nadie entendía.
Sí que les extrañaba mucho que utilizara la misma frase del día anterior, pero añadiéndole una, dos o tres palabras, no más.
Era, pues, el mismo texto siempre, aunque renovado, o, mejor dicho, alargado con nuevas palabras que añadía día a día.
La psicóloga de la escalera opinaba que cada palabra añadida era como un salvavidas, que le servía para no colgarse con el cinturón o la cuerda de la frase del día anterior. Alargar la frase -diagnosticaba la psicóloga- era también una forma de alargar su vida, y lo confirmaba además la necesidad que tenía de comunicar ese esfuerzo vital a los vecinos, enviándoles por escrito la frase alargada. Pura supervivencia.
(Un tiempo después, la psicóloga, a causa de un amor imposible, se arrojó una noche por el balcón de su casa.
Y ya no pudo leer la siguiente frase alargada de aquel vecino tan raro, que sigue vivo y coleando, sobreviviendo a base de palabras añadidas a una frase que ya ocupa varias decenas de páginas, que, por cierto, ya nadie lee y tiran directamente al cubo de la basura.)
3 comentarios:
No siempre gustan las frases alargadas, sobretodo si hacen referencia a cuestiones de vida o muerte, si se trata de una especie de rosario ateo que va alargándose a base de añadir cuentas. Tal vez la psicóloga de la escalera se entregó tanto a leer, a entender y a poder dar un diagnóstico que no lo pudo resistir y acabó con su vida.
Lya Sheinfeld
Teresa Tramunt
Ariel Fridman
Jorge de los Santos
Laura Perez Vernetti
Efi Cubero
Angel Rodriguez
Montse Giménez
Escribir es para muchos de nosotros el bastón que nos ayuda a caminar por los distintos senderos que la vida nos pone por delante. Independientemente de que caminemos solos o de que alguien nos acompañe en algunos momentos.
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