Foto: J.X.
Una muchedumbre de palabras resentidas y cuentas pendientes, blandiendo antorchas encendidas, cuerdas y cuchillos, consiguen capturarlo en medio de la noche: quieren ajusticiarlo, no sólo por lo que hizo y dejó de hacer, sino por la pretensión además de intentar justificarse y redimirse con nuevas palabras. No quieren escucharlo más: lo amordazan.
Le ajustarán las cuentas atándolo a dos palos, como si lo crucificaran en una improvisada cruz de maderos. Después, lo arrojarán a una ciénaga de arenas movedizas.
Para que se hunda en lo más hondo y nadie guarde memoria de su paso por la Tierra.
Sin embargo, alguien, compasivo, le ha puesto un ramo de flores marchitas entre los pies mal atados.
Aunque marchitas, las flores perfumarán los pies de su bajeza atada, crucificada, que se redimirá, ahora sí, ensangrentando los dos palos que se hundirán lentamente en las arenas movedizas.
Cuentan los más viejos del lugar, que apareció una novia muerta entre las flores marchitas, cortó las ataduras de pies y brazos, le dio la mano al sangrante y se lo llevó más allá de la ciénaga de arenas movedizas.
2 comentarios:
Si siempre hubiera una novia muerta entre las flores marchitas que deshiciera las ataduras de los reos, no existirían las injusticias que vemos a diario y los palos sólo se utilizarían para construir, para edificar para todo aquello bueno que un palo nos puede ofrecer, sin tener que soportarlos un ser inocente.
Angel Rodriguez
Ariel Fridman
ʚïɞ Dannya Ocaña
Jorge de los Santos
Charo Lopez
Laura Perez Vernetti
Oriol Sàbat Àlvarez
Efi Cubero
Ramón Serrano Balasch
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