Foto: J.X.
Después de visitar a la novia muerta para hacer otro de sus brindis (el botellín de champán y las dos copas de plástico bien envueltas y ocultas en una bolsa, de modo que no levantara sospechas), aprovechaba la soledad del recinto para sentarse en un banco de piedra, bajo un ciprés, arremangarse los pantalones hasta las rodillas y tomar el sol. Antes iba a la playa con su novia, y ella nadaba y caminaba por la orilla mientras él leía el periódico sentado en la arena -explicaba en el bar.
Pero ahora va al cementerio, no sólo a visitar a la novia muerta para brindar, sino que aprovecha para tomar el sol de los muertos en las piernas, decía.
(Y también, por ejemplo, el Domingo de Ramos, deposita en el nicho una palmita de unos veinte centímetros y unas hojas de laurel, o el día de Navidad lleva el tradicional Ramo de la Buena Suerte, que semeja un pequeño racimo de uva.)
2 comentarios:
Comentario de "Insurrecta de las palabras":
A pesar del dolor, él no deja de celebrar con su novia muerta cada fiesta, no quiere que deje de tener estos pequeños presentes para celebrarlas, y se queda un buen rato cerca de ella porque así, cree él, que celebran las fiestas juntos otra vez.
Mientras le hace compañía a la novia, toma el sol en las piernas y no sabe, aunque le gustaría, si ella también se calienta con este sol de inicio de la primavera.
Comentari de Lluís Nadal:
Les històries només poden ser grotesques i tristes, si fossin escaients i alegres, serien tan falses i vulgars com qualsevol burocràtic informe administratiu. Perquè, com diu la meva mestra, la Zambrano, "La experiencia es desde un ser, este que es el hombre, este que soy yo, que voy siendo en virtud de lo que veo y padezco y no de lo que razono y pienso."
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