domingo, 9 de agosto de 2020

EL DESCUBRIMIENTO DEL AMOR

Fotos: J.X.

Aquel niño descubrió el amor viendo pasear a su tía abuela del brazo de su marido difunto, por el largo pasillo de casa, y escuchando, muchas noches, las tiernas palabras que ambos se decían. Ésa fue su primera sensación amorosa. El descubrimiento del amor.
Intentó revivir aquel primer amor, catorce años más tarde, con otra persona, pero no fue posible. Eran demasiado jóvenes, y ya habían perdido el tesoro amoroso de los niños.
No fue hasta mucho tiempo después, buscando y extraviándose por calles, caminos y casas, que pudo reencontrar aquel tesoro y volver a sentir la fuerza de aquel primer amor de niño.
Así fue durante años, cayendo y levantándose, la vida de aquel amor funambulista, huidizo, que pese a todo se mantuvo en pie, como si fuera aún el amor de dos niños, que encontraban y perdían el tesoro. Unos niños con las rodillas cada vez más heridas por la búsqueda, más peladas por el tiempo.
Pero también esta vez se presentó la muerte y se llevó a la novia del brazo, una tarde, por el largo pasillo de otra casa, una casa blanca que acogía a huéspedes malheridos.
Ella, con las rodillas peladas, se fue y le abandonó, apoyándose en la muerte. El tesoro había quedado partido por la mitad.
Al cabo de unos días, él dio un traspié bajando por la escalera de una Biblioteca y cayó de rodillas sobre el último rellano.
En una de las rodillas, que no había sangrado, le quedó para siempre el estigma del golpe, el morado de la herida interna.
Como cuando era niño y descubría, al final de un largo pasillo, un tesoro amoroso. Deslumbrado, encantado por el hallazgo misterioso, se enamoraba, caía de rodillas y no sangraba: un estigma morado en una de las rodillas.
Como si un resto de aquel tesoro, entre azul y morado, no quisiera sangrar y se coagulara en el corazón, después de la caída.



2 comentarios:

coleccionista de palabras dijo...


Los tropiezos y caídas del amor son dolorosos, te llevan a caer y recaer, pero cuando se encuentra el amor adecuado, el que esperabas, se tienen fuerzas para curar cualquier herida en las rodillas, aunque una de ellas se resista a sangrar.

Tot Barcelona dijo...

Bella narración.
Un abrazo