Foto: J.X.
Me
encuentro por la calle con un espíritu que me pronostica: “Cuando
la voz te caiga de los ojos -no como lágrimas, sino como cristales
de nieve que te dejan mudo y ciego-, debes escribir tres o cuatro
palabras, y luego las pronuncias sílaba por sílaba: el sonido de
esas tres o cuatro palabras te amarrará a la robusta rama de un
árbol, y así te habrás desviado una vez más del camino que
conduce al abismo.”
Y
añade: “Tres o cuatro palabras, recuérdalo, y aunque no puedas
seleccionarlas con tiempo, por la urgencia del momento, debes
escribirlas y decirlas sílaba a sílaba.)
Le
agradezco su vaticinio. Le digo que tendré en cuenta el prodigio y
la acción de las palabras para desviarse del camino al abismo, y le
doy un abrazo en el aire.
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