domingo, 30 de agosto de 2020

APRENDIZ DE BRUJO: INVOCANDO AL NÚMERO TRES


Foto: J.X.

Ya de niño contaba hasta tres para que Dios le dejara vivir hasta la próxima fiesta familiar, o hasta el Domingo de Ramos y el de Pascua, o hasta el día de Navidad, el de Año Nuevo y la Noche de Reyes, o hasta la verbena de san Juan, celebrada en toda la ciudad, y la de san Pedro, en la Barceloneta, el barrio de los pescadores.
Cuando se arrepentía de algo que hubiera hecho mal a escondidas, se ponía un alfiler en la lengua, ante un espejo, y contaba hasta tres para sufrir el merecido castigo, antes de sacarse, con angustia, el alfiler de la boca.
Antes de morir, contó hasta tres.
Algunos de sus conocidos decían que dicho número era un símbolo alquímico, mágico o simplemente una superstición; otros, opinaban que se refería al triángulo divino  de la Santísima Trinidad.
Pero uno de sus amigos comentaba que ese ritual era para invocar e imitar a su tía paterna, la curandera, que hacía una imposición de manos sobre la cabeza y contaba hasta tres para sanar los celos amorosos de los niños.
Exorcizar a la muerte, al dolor, contando hasta tres, como una acción de amor a la vida.
De todos modos, nada se sabe del cierto sobre los distintos rituales mágicos de ese niño, un aprendiz de brujo que contaba hasta tres para seguir viviendo.

Muchos años después, cuando ya no creía en la redención mediante aquellos castigos infantiles que se autoinfligía, y que a la vez se había convertido ya en el abandonado de la novia muerta, proseguía contando aún hasta tres. Pero no para continuar viviendo, sino para matar el tiempo, que no es lo mismo que vivirlo, como le advertía un vecino psicólogo.



1 comentario:

lectora de la vall dijo...

Preciós homenatge a la tieta amb la poesia del numero 3.La nostra educació catòlica ens feia administrar-nos aquests càstigs de dolors físics, amb renúncies a coses que ens agradaven o penitències en forma d'oracions repetides...