sábado, 7 de septiembre de 2019

EL CUENTO DE LA LECHERA


La hermana del informático lee en el móvil: El PSOE exige a Iglesias garantías de que será leal en la cuestión catalana (lavanguardia.com).
Mientras el conflicto catalán sea un caladero de votos para unos y otros, para los de allá y los de aquí, no se resolverá. Es más, no interesa resolverlo, mientra sea útil como pretexto para captar más votos. Unos, los de allá, para captar el voto de los españoles que se sienten españoles, tengan o no tendencias españolistas; y los otros, los de aquí, para captar el voto de los catalanes que no se sienten españoles, tengan o no tendencia catalanista o independentista, comenta en el bar uno del barrio.
Continuará siendo "un problema que hay que conllevar", como exclamaba Ortega y Gasset en su "Discurso sobre el Estatuto de Cataluña" en la Sesión de las Cortes del 13 de mayo de 1932. Decía: Ellos constituyen el llamado problema catalán, del cual yo he dicho que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar. Y ello es bien evidente; porque frente a ese sentimiento de una Cataluña que no se siente española, existe el otro sentimiento de todos los demás españoles que sienten a Cataluña como un ingrediente y trozo esencial de España, de esa gran unidad histórica, de esa radical comunidad de destino (...).
Conllevar, que no es solucionar, dice la sobrina de la peluquera.
Por lo tanto, señoras y señores, seguiremos conllevando, advierte la cuñada del dentista.
Si vamos en taxi, mucho mejor, añade la vecina taxista.
Así alargaremos la mala convivencia entre unos y otros, que es de lo que se trata para continuar viviendo del cuento de la política, añade la vidente del barrio.

Esto lo que parece es el cuento de La lechera, indica el poeta romántico del barrio.
O Napoleón en Waterloo, bromea el periodista en paro.
Es lo que decía mi abuelo, que salió huyendo de todos, incluso de los suyos, apunta la nieta del anarquista.
¡Marchando y conllevando, dos cervezas y una de patatas bravas!, ordena la dueña del bar.
Con humor, todo entra y sale mejor, dice la hija de la bibliotecaria.
¡Otra de calamares del Vaticano, digo a la romana, para mí!, exclama el humorista.



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