Dicen
las malas lenguas que una Asociación de Historiadores Futuros...,
explica la vidente del barrio, que es interrumpida por la dueña del
bar, que pregunta: ¿Cómo se puede crear una asociación con
historiadores que aún no existen, con historiadores futuros?
Señora,
no interrumpa, que la Historia es muy seria, advierte el politólogo
del barrio.
Como
iba diciendo, prosigue la vidente, esta asociación de futuros
historiadores va a proponer, a nivel educativo, que sea eliminado el
capítulo de la Historia de España relativo a la guerra de la
Independencia española contra la invasión de las tropas
napoleónicas, las cuales entronizaron en Madrid a José I Bonaparte,
también conocido como Pepe Botella, hermano mayor de Napoleón
Bonaparte, como todos sabemos y podemos leer en Wikipedia. Tal
proyecto de revisión histórica, dicen las malas lenguas, vendría
dado y estimulado por algunas fuerzas vivas y parte de la pijotería
barcelonesas, seducidas y encantadas por la llegada de un político
francés-catalano, alcaldable por Barcelona, que quiere convertir la
Plaza Catalunya en la Plaza Vendôme de Barcelona. Que sería, por
supuesto, la plaza parisina por antonomasia de estas tierras, aún
españolas, y devolvería la “ñ” identitaria a Cataluña, pero
vestida a lo Christian Dior y con perfumes Yves Rocher.
No
me creo nada de lo que cuenta, replica la cuñada del dentista.
Señora,
que no lo digo yo, sino las malas lenguas del lugar, como ya he
advertido, contesta la vidente.
Ahora,
además de ser españoles y catalanes, ¡seremos franceses con
"chic", qué bárbaro!, como exclamaría el novio pijo de
mi madre, bromea la hija de la bibliotecaria.
Mientras
no nos quiten el cava, la crema catalana y los "panellets",
indica la nieta del anarquista, sorprendentemente golosa hoy.
No
temas, hija, que siempre nos quedará..., dice la dueña del bar, que
es interrumpida por el humorista, que grita:¡Siempre nos quedará
París!
No,
querido, no, que te equivocas: ¡Siempre nos quedarán los calamares
a la romana!, replica la dueña del bar.
Menos
mal que los Maragall, descendientes del gran poeta Joan Maragall, han
salido en vanguardia republicana a resistir al expolítico francés
-que dicen sufre males de amor con Francia-, y con la Colau en la
retaguardia, comenta el poeta romántico del barrio.
¡Menudo
potaje, olla o caldo a la catalana!, exclama la dueña del bar.
¡Pero
que sea “escudella catalana”, con caldo de gallina y pollo del
Prat, “amb galets, pilota, carn d'olla i botifarra negra”!,
exclama el humorista, anticipándose a la Navidad.
¡Con
apio, zanahorias, puerros, nabos y un poco de col!, añade la sobrina
de la peluquera.
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