Vayas
al bar que vayas a desayunar, se habla siempre de lo mismo: fútbol y
dinero. No importa que haya problemas políticos, injusticia social,
acciones terroristas, acciones vandálicas, violaciones, robos,
acosos, accidentes, enfermedades, etc., siempre se termina hablando
de fútbol y dinero, comenta la vidente del barrio en el bar.
Decía
Marx que las “necesidades radicales” que genera el capitalismo en
el individuo, estimuladas artificialmente mediante la producción
desaforada de nuevos objetos de consumo cada vez más inútiles, esas
necesidades, pues, después de ser engendradas, no resultan
satisfechas por el propio sistema capitalista, explica el neomarxista
del barrio.
El
mismo liberalismo económico, salvaje, que ha creado esas
“necesidades radicales”, no puede satisfacerlas equitativamente,
a todo el mundo, sin perjudicar, a la vez, los intereses particulares
de los propios capitalistas en la lucha brutal de la oferta y la
demanda, que los economistas denominan con el eufemismo ”competencia
de mercado”, añade el politólogo.
Se
origina, entonces, la insatisfacción. La insatisfacción individual
y la colectiva, apunta el poeta romántico.
Precios
altos, salarios bajos. Aumenta el paro, la llegada masiva de
emigrantes, de refugiados sin refugio, de persegudios por la miseria.
A más producción, más insatisfacción, más crisis económica, más
explotación y pobreza. Marginación, miseria. Despidos, huelgas,
manifestaciones, revueltas, lucha callejera, represión política,
policial, etc., añade el periodista en paro.
De
ahí, pues, ¿la necesidad de la revolución que el propio sistema ha
originado, por insatisfacción general?, pregunta la sobrina de la
peluquera.
Esa
revolución utópica, que deja de serlo al día siguiente de ganar el
poder, si un día lo gana, advierte la nieta del anarquista.
Vaya, rollo, señoras y señores, vaya rollo que traen ustedes hoy, replica la vecina taxista.
Vaya, rollo, señoras y señores, vaya rollo que traen ustedes hoy, replica la vecina taxista.
Siempre
buscando tres pies al gato, ¡y a protestar!, exclama la cuñada del
dentista.
Mi
madre tenía un novio revolucionario que ahora es inspector de
hacienda, bromea la hija de la bibliotecaria.
Mi
padre era sindicalista y ahora va al Bingo, añade el
humorista.
¡Marchando, otra cerveza y una de calamares a la romana!, anuncia la dueña del bar.
¡Marchando, otra cerveza y una de calamares a la romana!, anuncia la dueña del bar.
2 comentarios:
Rafael Blanco: Una bandera un trapo, una frontera, una raya pintada en el suelo y unas cadenas, las mismas que arrastramos con nuestra libertad , con condiciones, Los humanos podriamos ser libres y compartir todo, sin manipulaciones de politicas ni religiones,,,,creo en lo que creo.....creo
Rafael Blanco: !!!!!Muy agudo, Albert!!!
Maria-Rosa Monferrer y Mariarosa Compta
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