"Javier Fernández, con la bandera española tras ganar el bronce" (elpais.com)
Lee
la sobrina de la peluquera en el móvil: Esta mañana, en el
informativo deportivo de la COPE, viendo que el deportista español
ganaba la medalla de bronce y que por lo tanto no sonaría el himno
nacional en el podio olímpico (oro y plata para los patinadores
japoneses), el locutor anuncia a los radioyentes que ya pueden
"ponerse en pie porque van a escuchar ahora el himno español".
¿Cómo?,
pregunta la hermana del informático.
Pues
no era una broma: el himno sonó, pero en una grabación de la
emisora de la COPE, antes de que sonara el himno japonés
correspondiente al medallista de oro, añade la sobrina de la
peluquera.
Bien
hecho. Si los coreanos no lo ponen, lo ponemos nosotros en la radio,
y punto, ¿o acaso no es suficiente hazaña una medalla de bronce?,
replica la cuñada del dentista.
Absolutamente
de acuerdo. Seguro que no le han dado la medalla de oro por
cuestiones partidistas, de enchufe, ya saben, entre coreanos y
japoneses..., advierte la vecina taxista.
Menos
mal que no era catalán ni pusieron Els segadors, apunta la
nieta del anarquista.
¡Dios,
la que se habría armado!, apunta el humorista.
¡Dios,
la que se armó!, libro polémico (con juicio y todo), que relata
la persecución que sufrió el autor, Francisco Candel, por parte de
algunos vecinos que habían sido mencionados en su libro anterior,
Donde la ciudad cambia su nombre, explica el politólogo.
Es
lo que pasa por escribir cosas del barrio, advierte el periodista en
paro.
Es
lo que siempre dice mi madre: nada de novios del barrio, que luego,
si hay un patinazo, todo son habladurías, dice la hija de la
bibliotecaria, riendo.
Hablando
de patinazos..., ¡ahora salen los obispos catalanes en defensa de
los presos políticos!, vocifera la cuñada del dentista.
¡Y
otra vez la lengua, lazos amarillo, manifestación ayer desde la
Plaza San Jaime hasta la excárcel “Modelo”, calles cortadas, el
cuento de nunca acabar!, añade la vecina taxista.
Hablando de cárceles, mi marido, que además de notario es inventor en sus ratos libres, ha ideado un cárcel prefabricada, extensible a base de módulos que se añaden a la estructura panóptica a medida que aumenta el número de internos (no digan prisioneros, que ya quisieran para sí, los refugiados de hoy en día, la comodidad de nuestras cárceles). De tal modo que, disponiendo de buenos terrenos expropiados, podríamos llegar a construir una cárcel interminable, con una extensión de kilómetros, y muy apropiada para los tiempos que corren, con tanto separatista suelto (aún), explica la cuñada del dentista, guiñando un ojo a la vecina taxista.
Hablando de cárceles, mi marido, que además de notario es inventor en sus ratos libres, ha ideado un cárcel prefabricada, extensible a base de módulos que se añaden a la estructura panóptica a medida que aumenta el número de internos (no digan prisioneros, que ya quisieran para sí, los refugiados de hoy en día, la comodidad de nuestras cárceles). De tal modo que, disponiendo de buenos terrenos expropiados, podríamos llegar a construir una cárcel interminable, con una extensión de kilómetros, y muy apropiada para los tiempos que corren, con tanto separatista suelto (aún), explica la cuñada del dentista, guiñando un ojo a la vecina taxista.
Fantástico
invento, que me recuerda las viviendas-container prefabricadas que
patrocina nuestro Ayuntamiento, añade la taxista.
También está en ello, pero le falta un socio capitalista, ¡a ver si convence al exlotero de la Bruixa d'Or!, replica la cuñada del dentista.
También está en ello, pero le falta un socio capitalista, ¡a ver si convence al exlotero de la Bruixa d'Or!, replica la cuñada del dentista.
Qué
barbaridad, qué cosas hay que oír. Mejor sería que su inventor se
dedicara a la carrera espacial, ¡pero más allá de la luna, en el
otro mundo!, exclama la vidente, que hoy ha venido al bar con su
nieta.
Calma,
calma, que no llegue la sangre al río, advierte el politólogo del
barrio.
Una
vez muertos, ¿unos serán unionistas buenos e irán al cielo, y
otros serán separatistas malos e irán al infierno?, pregunta la
nieta de la vidente.
¡Qué
horror, hija mía, qué horror!, exclama la dueña del bar.
¡Vivan
los juegos olímpicos y las tapas de mejillones con queso de Ginebra
y tomate belga!, exclama un turista coreano, que dice que es
hispanófilo y profesor emérito hispanista.
Por
un casual, ¿conoce mi poesía?, pregunta el poeta romántico del
barrio.
¿Hay
tomate en Bélgica?, pregunta la dueña del bar, asombrada.
Será de lata o importado, indica la vidente.
Será de lata o importado, indica la vidente.
El
turista coreano mueve la cabeza y sonríe al modo oriental.
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