Comenta la dueña del bar que su hija quiere estudiar para dar órdenes, porque viven más quienes dan órdenes, dice su hija.
Esto es relativo, explica el politólogo del barrio. Pero es cierto que cuando, por ejemplo, se dan órdenes de ataque en las guerras, mueren siempre primero los que están en el frente, puesto que los jefes, los líderes deben ser protegidos.
Bueno, es lo que viene a decir mi hija, ¿no?, responde la dueña del bar.
Es lo mejor para vivir más y mejor, opina la sobrina de la peluquera. Formar parte de la casta de los poderosos o, en su defecto, de la casta de aquellos que aspiran a serlo.
Hay razones de Estado, exigencias del poder, que justifican que unos decidan y otros obedezcan, advierte la cuñada del dentista.
Que decidan quiénes deben morir y quiénes deben vivir, apunta la hija de la bibliotecaria.
¿Por qué los gobiernos, las jerarquías políticas y religiosas, todos los poderosos, no juegan al ajedrez y a la guerra entre ellos en lugar de ordenar y obligar a los otros a jugar hasta el agotamiento y la muerte?, pregunta la nieta del anarquista.
Perdonen que frivolice, pero esto también ocurre en poesía, con los antólogos y críticos, que deben decidir a qué poetas eliminan, interviene el poeta romántico del barrio.
Pero esto debe hacerse con rigor, no a capricho, como me explicó un experto, dice la librera del barrio: hay que eliminar a los mediocres potenciales, a todos esos que abusan de la metáfora (alucinados) y a los que no abusan de la metáfora (pusilánimes), a los que escriben mal y a los que escriben bien (no te fíes, si no son de tu círculo y no los conoces a fondo, quién sabe, igual escriben mal), a los que no están de moda (decía Coco Chanel, "la
mode se démodé, le style jamais", pero tú a lo tuyo, ¡mientras dure!), a los que pueden hacerte sombra (en este caso existe el riego del ridículo, pero debes decidir y arriesgarte, cosas del poder), y sobre todo hay que eliminar a todos aquellos a quienes nadie avala con fuerza persuasiva y decisoria, puesto que algo habrán hecho mal si ningún poder ni círculo o bicho viviente los avala.
Pero, señora, esto es de una competitividad delirante, destructiva..., más que una jerarquía poética parece una jerarquía empresarial, política, cardenalicia, o una jerarquía de bichos, comenta la hermana del informático.
Es lo que hay, querida, no pidas peras al olmo, y además el árbol está podrido, responde la librera del barrio.
Quien no tiene poder ni fuerza persuasiva, algo habrá hecho mal, y no debemos olvidar que, como decía mi padre, "el poder legal tiene el monopolio legal de la violencia legal para que no se altere el orden legal y conveniente", explica la fiscal del barrio. Recuerden al gran Goethe, romántico pero legalista: "Prefiero la injusticia al desorden", añade.
¡Vaya legalista, el que pone orden y quita justicia!, exclama la sobrina de la peluquera.
¡Eso lo dirás tú, que eres la subversiva de la peluquería y tiene por novio un figurín, hijo de poetas desconocidos!, contesta la fiscal del barrio.
¡Señora, un respeto con los poetas y los figurines que utilizaba mi madre para coser!, indica el poeta romántico.
¡Vaya legalista, el que pone orden y quita justicia!, exclama la sobrina de la peluquera.
¡Eso lo dirás tú, que eres la subversiva de la peluquería y tiene por novio un figurín, hijo de poetas desconocidos!, contesta la fiscal del barrio.
¡Señora, un respeto con los poetas y los figurines que utilizaba mi madre para coser!, indica el poeta romántico.
Que no quede bicho viviente en el planeta, digo, poeta viviente que me haga sombra en el desierto de los bichos, ¡esto es peor que en el circo de las pulgas!, exclama el humorista del barrio.
Como dice mi hija, mejor dar órdenes que recibirlas, se vive más tiempo e incluso te mandan regalos los de arriba, concluye la dueña del bar.
2 comentarios:
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Angels Pal: El asno de oro . De Lucio Apuleyo ( siglo II) esta considerada una de las grades novelas de la literatura latina y una de las joyas de la literatura universal. Las aventuras de un joven que, por causa de un maleficio,es transformado en asno y sufre las brutalidades de sus diferentes amos, hasta que es liberado por la diosa Isis. Se trata de una historia de caída y redención, de crisis y conversión.
Montserrat Olivés Miret
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Josep-Tomàs San Agustín
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Joan De la Vega
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Fermí Lorenzo
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Beatriz Momor
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Alberto Sierra Agras
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Jaime Lagarde
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