Fotograma de la película "El exorcista"
Señores, este diciembre vuelve el exorcista, comenta el politólogo en el bar del barrio. Lo cuenta el diario "El País" (6.12.2014).
Al parecer unos padres cuya hija, menor de edad, sufría problemas de ansiedad y anorexia, creían, por su conducta, que estaba siendo poseída por el diablo y la obligaron a hacer penitencia imponiéndole programas de emisoras de radio y cadenas de televisión, de fuerte contenido religioso. Asimismo, debía ir a misa todos los días, pero le impedían salir con las amigas y le exigían que se confesara siempre con el mismo sacerdote. Hasta que un día intentó suicidarse. Fue entonces cuando la llevaron al exorcista, un sacerdote exorcista profesional, "legalmente nombrado" y avalado por el Código de Derecho Canónico, según ha explicado el arzobispado de Valladolid. Pero como el demonio no era expulsado, como el diablo no se iba de su cuerpo, la sometieron a 13 sesiones de exorcismo, tumbándola en el suelo, atándola, sentándose encima de ella cuando quería escapar (literalmente), le ponían un crucifijo en la cabeza y rozaban con estampas de santos el resto de su cuerpo para exorcisar los demonios y malos espíritus.
Estremecedor, parece un relato de los tiempos de la Inquisición, dice la dueña del bar.
No hay nada peor que la religión fanática, opina la cuñada del dentista.
La religión fanática, la política fanática, la economía fanática y el deporte fanático son el opio del pueblo, decía mi abuelo, cuenta la nieta del anarquista.
Dicen que hay políticos españoles que también hacen exorcismos en sus Fundaciones, con los militantes de base, interviene la sobrina de la peluquera.
No lo dirás por mí, que tengo a bien ser conservadora y no me avergüenzo de ser católica, pero no fanática, explica la cuñada del dentista. Además, tengo sobrinos progresistas que votarán a "Podemos", y mi cuñado, el dentista, lee los best-seller de Javier Cercas.
Todos "po-de-mos" ser progresistas, pero del dicho al hecho hay mucho trecho, responde la sobrina de la peluquera.
Mira para otro lado, más cerca, y descubrirás a los exorcistas de la consulta: el referéndum del exorcista. Y ahí tienes a mosén Jacinto Verdaguer, cura venerable catalán, pero también exorcista y confesor de la esposa del marqués de Comillas, traficante de esclavos como el conde de Güell, mecenas de Gaudí, ¡vaya tropa de exorcistas!
No me toque a Mossén Cinto y no manipulemos demonios y exorcistas, que él era un gran poeta místico y solidario con los pobres, responde el poeta romántico del barrio. Por eso fue perseguido e intentaron aniquilarle los medios conservadores y la iglesia oficial, porque ayudaba a familias humildes con el poco dinero que recaudaba como limosnero, y sí, es cierto, intentaba expulsar con exorcismos los demonios y la miseria de las casas, intentando descifrar el lenguaje del mal en la calle Mirallers (donde el año pasado degollaron a un hombre). Éste fue el pecado del poeta exorcista, según la iglesia y la prensa oficiales.
Los poetas siempre se cubren entre ellos (no me interpreten mal). Es curioso cómo se defienden y conjuran los de la corporación poética, ¡ya lo dice la malquerida de mi madre, antaño musa de poetas!, salta la hija de la bibliotecaria.
Sobre todo conjuran aquellos que sobreviven a la cruzada entre los poetas publicados y coronados por los templarios, y los autopublicados por un impresor hereje, como diría mi abuelo, apunta la nieta del anarquista.
Bueno, bueno, querida, aquí hay mucha leyenda urbana, explica el poeta romántico. ¿Son más príncipes valientes los poetas publicados y coronados por los templarios del santo oficio, que, de una edición de 300 ejemplares de sus poemarios, por ejemplo, compran más tarde o abandonan a su suerte a los 249 ejemplares restantes, descatalogados y condenados a la guillotina por los jueces del mercado; o aquellos otros, los poetas autopublicados por un editor hereje, quienes tienen la delicadeza de comprar antes unos ejemplares al hereje desprotegido, como mantenimiento y amparo que les liberará a todos del abandono y la condena a ser guillotinados en la plaza pública de las letras? He aquí, en suma, una cuestión ética de arte poética que no carece de estética, resume el poeta romántico.
También hay las guerrillas entre novelistas premiados con nocturnidad y los no premiados, indica la librera del barrio. Así como entre agentes literario-bursátiles y editores camuflados en papel cebolla o zanahoria, sin olvidar a los distribuidores de pasta de letras para la sopa, ni a los pobres críticos con indigestión (¿será por la sopa y el exceso de sal, cebolla y zanahoria, o acaso por las cajas de bombones de Navidad?), ni a los libreros en caída libre -¡menos mal que hoy no ha venido la fiscal del barrio y no hay peligro de querella!, añade la librera, más dicharachera que otros días.
Se rumorea que esto también ocurre entre los cantantes de ópera en Scalas y Liceos, dice el humorista del barrio. Y con los abogados del diablo, las modelos con agente, los catedráticos catedralicios, los artistas con agente, los diputados suplentes, los panaderos expendedores de bollería y pasteles, los pasteleros expendedores de pan caliente, los políticos sin programa, las cupletistas con programa, los periodistas sin columna, los banqueros de tarjetas y libretas opacas, los jueces sin caso mediático, los fiscales sin querella, las verduleras ecológicas, los carniceros de proximidad y las pescaderas de toda la vida, sin olvidar, como diría nuestro politólogo, a los espías que surgen del frío, ni a los otros, los que surgen de la humedad (de las cloacas), ni a los obispos de mano larga, ni, ah, señoras y señores, a los trapecistas sin red y a los humoristas tocones, que de todo hay en la viña quemada del señor!, concluye el humorista.
Pues mi tía abuela, que era viuda y espiritista, curaba los celos amorosos de los niños mediante una imposición de manos en sus cabezas, una imposición leve, sin apenas tocarles los cabellos, mientras les hablaba y les contaba los cuentos fabulosos que no sabían sus padres ni sus maestros, y además no cobraba nada ni pedía las flores que le regalaban, comenta la nieta del anarquista.
Ya no quedan señoras así, ahora todos buscamos el interés y aprovecharnos del más débil, ¡y no queremos flores que se marchitan, sino tarjetas y libretas opacas de hoja perenne!, dice la dueña del bar, indignada.
Fotograma de "Vampyr" (Dreyer)
Al parecer unos padres cuya hija, menor de edad, sufría problemas de ansiedad y anorexia, creían, por su conducta, que estaba siendo poseída por el diablo y la obligaron a hacer penitencia imponiéndole programas de emisoras de radio y cadenas de televisión, de fuerte contenido religioso. Asimismo, debía ir a misa todos los días, pero le impedían salir con las amigas y le exigían que se confesara siempre con el mismo sacerdote. Hasta que un día intentó suicidarse. Fue entonces cuando la llevaron al exorcista, un sacerdote exorcista profesional, "legalmente nombrado" y avalado por el Código de Derecho Canónico, según ha explicado el arzobispado de Valladolid. Pero como el demonio no era expulsado, como el diablo no se iba de su cuerpo, la sometieron a 13 sesiones de exorcismo, tumbándola en el suelo, atándola, sentándose encima de ella cuando quería escapar (literalmente), le ponían un crucifijo en la cabeza y rozaban con estampas de santos el resto de su cuerpo para exorcisar los demonios y malos espíritus.
Estremecedor, parece un relato de los tiempos de la Inquisición, dice la dueña del bar.
No hay nada peor que la religión fanática, opina la cuñada del dentista.
La religión fanática, la política fanática, la economía fanática y el deporte fanático son el opio del pueblo, decía mi abuelo, cuenta la nieta del anarquista.
Dicen que hay políticos españoles que también hacen exorcismos en sus Fundaciones, con los militantes de base, interviene la sobrina de la peluquera.
No lo dirás por mí, que tengo a bien ser conservadora y no me avergüenzo de ser católica, pero no fanática, explica la cuñada del dentista. Además, tengo sobrinos progresistas que votarán a "Podemos", y mi cuñado, el dentista, lee los best-seller de Javier Cercas.
Todos "po-de-mos" ser progresistas, pero del dicho al hecho hay mucho trecho, responde la sobrina de la peluquera.
Mira para otro lado, más cerca, y descubrirás a los exorcistas de la consulta: el referéndum del exorcista. Y ahí tienes a mosén Jacinto Verdaguer, cura venerable catalán, pero también exorcista y confesor de la esposa del marqués de Comillas, traficante de esclavos como el conde de Güell, mecenas de Gaudí, ¡vaya tropa de exorcistas!
No me toque a Mossén Cinto y no manipulemos demonios y exorcistas, que él era un gran poeta místico y solidario con los pobres, responde el poeta romántico del barrio. Por eso fue perseguido e intentaron aniquilarle los medios conservadores y la iglesia oficial, porque ayudaba a familias humildes con el poco dinero que recaudaba como limosnero, y sí, es cierto, intentaba expulsar con exorcismos los demonios y la miseria de las casas, intentando descifrar el lenguaje del mal en la calle Mirallers (donde el año pasado degollaron a un hombre). Éste fue el pecado del poeta exorcista, según la iglesia y la prensa oficiales.
Los poetas siempre se cubren entre ellos (no me interpreten mal). Es curioso cómo se defienden y conjuran los de la corporación poética, ¡ya lo dice la malquerida de mi madre, antaño musa de poetas!, salta la hija de la bibliotecaria.
Sobre todo conjuran aquellos que sobreviven a la cruzada entre los poetas publicados y coronados por los templarios, y los autopublicados por un impresor hereje, como diría mi abuelo, apunta la nieta del anarquista.
Bueno, bueno, querida, aquí hay mucha leyenda urbana, explica el poeta romántico. ¿Son más príncipes valientes los poetas publicados y coronados por los templarios del santo oficio, que, de una edición de 300 ejemplares de sus poemarios, por ejemplo, compran más tarde o abandonan a su suerte a los 249 ejemplares restantes, descatalogados y condenados a la guillotina por los jueces del mercado; o aquellos otros, los poetas autopublicados por un editor hereje, quienes tienen la delicadeza de comprar antes unos ejemplares al hereje desprotegido, como mantenimiento y amparo que les liberará a todos del abandono y la condena a ser guillotinados en la plaza pública de las letras? He aquí, en suma, una cuestión ética de arte poética que no carece de estética, resume el poeta romántico.
También hay las guerrillas entre novelistas premiados con nocturnidad y los no premiados, indica la librera del barrio. Así como entre agentes literario-bursátiles y editores camuflados en papel cebolla o zanahoria, sin olvidar a los distribuidores de pasta de letras para la sopa, ni a los pobres críticos con indigestión (¿será por la sopa y el exceso de sal, cebolla y zanahoria, o acaso por las cajas de bombones de Navidad?), ni a los libreros en caída libre -¡menos mal que hoy no ha venido la fiscal del barrio y no hay peligro de querella!, añade la librera, más dicharachera que otros días.
Se rumorea que esto también ocurre entre los cantantes de ópera en Scalas y Liceos, dice el humorista del barrio. Y con los abogados del diablo, las modelos con agente, los catedráticos catedralicios, los artistas con agente, los diputados suplentes, los panaderos expendedores de bollería y pasteles, los pasteleros expendedores de pan caliente, los políticos sin programa, las cupletistas con programa, los periodistas sin columna, los banqueros de tarjetas y libretas opacas, los jueces sin caso mediático, los fiscales sin querella, las verduleras ecológicas, los carniceros de proximidad y las pescaderas de toda la vida, sin olvidar, como diría nuestro politólogo, a los espías que surgen del frío, ni a los otros, los que surgen de la humedad (de las cloacas), ni a los obispos de mano larga, ni, ah, señoras y señores, a los trapecistas sin red y a los humoristas tocones, que de todo hay en la viña quemada del señor!, concluye el humorista.
Pues mi tía abuela, que era viuda y espiritista, curaba los celos amorosos de los niños mediante una imposición de manos en sus cabezas, una imposición leve, sin apenas tocarles los cabellos, mientras les hablaba y les contaba los cuentos fabulosos que no sabían sus padres ni sus maestros, y además no cobraba nada ni pedía las flores que le regalaban, comenta la nieta del anarquista.
Ya no quedan señoras así, ahora todos buscamos el interés y aprovecharnos del más débil, ¡y no queremos flores que se marchitan, sino tarjetas y libretas opacas de hoja perenne!, dice la dueña del bar, indignada.
Fotograma de "Vampyr" (Dreyer)
16 comentarios:
Quien hace burla de los poetas, prosaico y antipoeta es.
Quien roba a novelista o poeta ladrón, tiene 100 años de perdón.
Menos guasa, que ahora frecuento prosaicos y estoy más sano y equilibrado.
Me ha gustado: el referéndum del exorcista.
Soberanista azotado dice que no hay fiscal que le defienda.
Poeta el último, independentista el último, ¿se entiende el chiste?
Mari...con garbo, jaja...
Listillos, que se os va a caer el pelo con tanta rima.
Quiero fastidiar a mi familia y me voy a casa por la iglesia católica, apostólica y romana.
España, tierra de poetas. Cataluña, tierra de exorcistas. Ahora lo comprendo todo.
Catalunya, tierra de poetas, y España, tierra de toreros y latifundistas.
¡Pues anda que Mario Cabré, torero y poeta catalán!
Pax poética, señores, pax poética, si no queremos salir de aquí trasquilados y con el soneto al aire.
trasquilar.
(De tras1 y esquilar2).
1. tr. Cortar el pelo a trechos, sin orden ni arte. U. t. c. prnl.
2. tr. Cortar el pelo o la lana a algunos animales.
3. tr. coloq. Menoscabar o disminuir algo, quitando o separando parte de ello.
~, y no desollar.
1. expr. U. para aconsejar que no se abuse de quien da provecho.
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A Inka de la Rosa, Emboscall Editorial, Àngels Oliveres Serrano y 9 personas más les gusta esto.
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M Cinta Montagut Sancho: Muy bueno
10 de diciembre a la(s) 18:35 · Ya no me gusta · 1
Jaime Lagarde: Debo decir que mi personaje favorito, desde que tengo el honor de leerte, es la nieta del anarquista.
10 de diciembre a la(s) 18:50 · Ya no me gusta · 1
Rafael Blanco: Y el mio D Jaime y el mio, es la mas clara y sincera!!
10 de diciembre a la(s) 19:02 · Me gusta · 1
Efi Cubero: A mí me gusta como escribe Albert Tugues.
10 de diciembre a la(s) 19:08 · Me gusta
Montserrat Olivés Miret: I a mi també m'agrada molt!
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Ayer a las 0:32 · Me gusta
Inka de la Rosa: Pues anda que a mí,....!!
19 h · Me gusta
Pues a mí no me gusta nada ese señor de la Pensión, que ni se llama Ulises ni sabe respetar a los poetas. ¿Acaso tiene algún trauma poético de la infancia?
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