jueves, 18 de abril de 2013

UN MALDITO EMBROLLO FAMILIAR

Era una familia catalana extraña, con dos hijos poetas, una chica y un chico. Nadie lo entendía: los miembros de aquella familia no querían ascender como globos en la sociedad, ninguno de ellos quería subir por la escalera de la categoría social, ni escribir un libro que se vendiera por Sant Jordi, ni comprar una rosa.
Aunque trabajaban lo indecible, buscaban toda clase de motivos y pretextos para decir otra vez no, no, "gracias, preferimos no hacerlo", decían los padres, o "prefiero escribir unos poemas y no venderlos", decía la hija, o "prefiero más plantar un rosal que comprar rosas cortadas", argumentaba el hijo.
Así pues, los miembros de aquella familia eran cada vez más rechazados y nadie hablaba con ellos.
Por eso, mediante maledicencias y falsas acusaciones, fueron declarados indeseables por su insoportable falta de pretensiones, y los expulsaron de la comunidad.
Nadie entendía, pues, que los miembros de aquella familia, con dos hijos poetas, no quisieran participar en el próspero y lucrativo negocio de la usura de cada día. 
Era un escándalo tener que ver y soportar cómo se negaban a subir de categoría en la escala social de la comunidad, donde algunos se hicieron famosos y ricos con el tráfico y la manipulación de la basura, de la basura del lugar, con rosas marchitas y libros rotos arrojados a las papeleras .



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