viernes, 26 de agosto de 2011

EL JUSTICIERO COJO EN EL BAR



















Cojeando -se quedó cojo de una patada, jugando al fútbol-, entra al bar el hermano menor del lampista, al que en el barrio llaman "el justiciero de las causas perdidas", y nos hace cuatro preguntas:
-¿Las grandes y pequeñas potencias occidentales del mundo tienen autoridad moral para decidir hasta cuándo es necesario que un dictador ejerza de dictador?
¿Menos de 1, 3, 5, 10, 20, 30 o 40 años, depende de los casos, no son suficientes para ver y descubrir las injustcias y dejar de apoyar al dictador amigo?
O bien, ¿hay que esperar a una matanza, la cual, mezclando sangre y petróleo, da una materia orgánica insoportable e impublicable en imágenes?
Así pues, ¿cuándo, a partir de qué año deja de ser rentable políticamente un dictador y no aprovechable ya para los intereses de cada uno de los miembros del llamado mundo libre?
Nadie dice nada en el bar. Debe de ser el bochorno de Agosto y el otro bochorno.
Son tres preguntas indiscretas, políticamente incorrectas, dice el diplomático del barrio. Difíciles de responder, así, de pronto, y con este bochorno.
Como aún estamos de vacaciones, el humorista del barrio le dice al justiciero cojo que ya le responderemos cuando llegue Septiembre, como dice la canción, y mientras tanto pedimos otra cerveza. 
El justiciero cojo sale decepcionado del bar, pero antes nos advierte que es constante y volverá, como El Zorro. Volverá en Septiembre y nos hará las mismas cuatro preguntas.

El suplente del cronista

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