martes, 4 de mayo de 2010
ACERCA DE LO ANÓNIMO, EL ALIAS, EL SEUDÓNIMO Y EL HETERÓNIMO
a Dante B.
No entiendo por qué resulta difícil aceptar la afición a lo anónimo, al seudónimo, al heterónimo, al alias. A mi me encantan los personajes de novela romántica, como El conde de Montecristo, con sus transformaciones, con sus disfraces y caretas. ¿Cuál es la personalidad real? ¿Qué importa un nombre y unos apellidos oficiales? Después de los heterónimos pessoanos, ¿aún reivindicamos la oficialidad de una identidad? No importa quién firma, sino lo que dice.
Acordémonos de Larra, "el pobrecito hablador", que firmaba sus artículos satíricos con los seudónimos "Fígaro", el "Bachiller don Juan Pérez de Munguía", "Andrés Niporesas", etc. O "El gran Piscator de Salamanca" (Diego de Torres Villarroel), o "Clarín", sin olvidar los heterónimos de Antonio Machado.
No es, pienso, una cuestión de antifaz, de esconderse o no esconderse, ni de jugar al escondite cultural o político, sino la necesidad que tienen algunos de desarrollar otras personalidades, incluso desconocidas para uno mismo. A mí me da igual combatir en duelo cultural (Los duelistas, magnífica narración y película) con una firma conocida que con una desconocida: me importa lo que dice.
Bueno, ya sabes y ya saben muchos de nuestros amigos y conocidos, de "pensionistas", que ahora me ha dado por ser "El suplente del cronista" (e incluso "El becario del suplente del cronista", si me apuras), y sin embargo me encanta seguir firmando así, a la misteriosa manera de los insurrectos románticos.
Y que tú utilices o no tu bello nombre, Dante, no impedirá que tu prosa sea igual de noble y necesaria en este duelo a palabras.
AT/ (El suplente del cronista)
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10 comentarios:
la diferencia es que todo el que llega hasta aquí sabe que tú eres quien eres...Cuando alguien contesta, disiente o apoya lo que opino, no se de quién se trata y me quita las ganas de continuar el diálogo. Poner el nombre, dar la car, implica más, obliga a no decir cualquier cosa sino lo que realmente piensas en ese momento, aunque sea transitorio y efímero como nosotros mismos.
Bueno, por lo visto aquí hay dos cosas. 1) La frivolidad de R.M.
2) El anonimato de los pensionistas cuestionado por D.B.
En la primera estoy de acuerdo con la opinión de A.T. (no yo, sino el pensionista), y en la segunda creo que el hecho de aparecer bajo un mismo nombre (Ulises) es un juego interesante que nos propone el dueño de la pensión. Todos los que entran tienen la opción de adoptar la identidad del errante o poner la cara. Yo la pongo y no me siento mal, claro que la que pongo es antigua. Ahora mismo estoy saliendo en varias entrevistas y ninguna tiene una foto actualizada ¿cómo soy ahora? Esta también es una forma de "anonimarse", como lo es utilizar un seudónimo (Antoine Le Sensitive, para cuentos eróticos, Elbu Taka, para crítica de cine, Eduardo Salvatierra para novelitas infantiles o videopoemas, Comandante Pica-Pica, para exabruptos históricos, o A.T., que utilizo para los blogs y Manuel T. como alter ego). Bajo todas ellas soy responsable de lo que digo. D.B. no debería molestarse por dar la cara entre tantos pensionistas que quieren ser uno. Al fin y al cabo, cuando salimos a la calle tenemos la infundada sensación de que la nuestra es la única cara conocida entre tantas caras anónimas. Caras anónimas que representan individuos de cuya responsabilidad de lo que dicen no tenemos porqué dudar. Al margen de aquellos cobardes que se escudan en el anonimato para ofender o amenazar, conozco a más de uno que firma y da la cara por auténticas barbaridades. A los Ulises de la pensión el nombre les sale por el estilo.
Creo que los seres humanos no tenemos una sola cara. Siempre me imagino una lámpara (arañas me parece que se llamaban)de esas antiguas que ponían en los palacetes, con lágrimas de cristal tallado en diversas facetas. Según como recibían la luz presentaban un color u otro. Pero la lágrima era "una". Las personas no dejamos de ser quienes somos, pero sí somos como los demás nos ven, aunque nos pese. Eso no tiene arreglo y debemos aceptarlo y no preocuparnos por ello. Es evidente que no actuamos ni le hablamos igual a un hijo, un amigo, un padre, un amante... Cada uno nos conoce y piensa que somos de una manera, la que ellos ven o la que nosotros le queremos mostrar y les costaría aceptar que podemos responder de otra. Sin embargo le pese a quien le pese, somos el conjunto de todas. Y eso es lo que importa. Cada quien nos verá como nosotros queramos o podamos presentarnos ante él.
Al fin y al cabo...
¿Qué importa?
"Llámame como quieras,
si todos somos madera de un mismo árbol
y quizá trozos de vida inútil
¿qué importancia puede tener un nombre...?"
Inma Arrabal
Quiero entrar en esta polémica y escribir un poco en representación de algunos "pensionistas" del blog. Siempre procuro no ofender a nadie con mis comentarios. Me gusta mi seudónimo más que mi nombre y mis apellidos (psicoanalista a la vista), y me gusta criticar y comentar cosas de la realidad, pero sin llegar a las injurias ni a la calumnia, que me parecen técnicas de exterminio que no puedo aceptar. Ni bolcheviques ni fascistas. Los libertadores con o sin seudónimo, con otro nombre, siguen siendo libertadores, lo mismo que los artistas, los poetas, los novelistas. Me gusta escribir así mis comentarios, mis opiniones (esto también es un juego). Pero, como he dicho, no está en mi propósito escribir libelos contra nadie. Esto no más quería apuntar.
La Pimpinela Escarlata
No me da ningún miedo dar mi opinión sobre la mediocridad política e intelectual del país (aparte algunas excepciones, como en toda regla), con mi nombre, mis apellidos, mi seudónimo, mi alias, etc.
Pero tengo a gala ser un buen transformista, y siento placer al firmar con otro nombre. En mi caso, es una cuestión de placer, no de miedo.
El Espadachín Enmascarado
Bienvenidos todos, con nombres, apellidos, antifaces, caretas, disfraces, alias, bienvenidos todos, lectores, poetas, narradores, filósofos, músicos, pescadores y transformistas.
AT
No hay nada como un poema anónimo. Tenemos los "Cancioneros de la lírica tradicional", cuyo autores no conocemos. Dicen los estudiosos que también la "Odisea" podría ser obra de varios autores, además de Homero. ¿Y la Biblia, el Corán, los textos budistas, etc.?
Lo valioso es el texto, no el autor, al que a menudo es mejor no conocer.
Juglar anónimo
También es verdad lo que dice "Cachodepan". Identificar al otro opinante puede estimular e implicarte más en la discusión.
at
Digan lo que digan, me quedo con la imagen justiciera del "Zorro" o "El Puma", hijo de hacendado, que lucha enmascarado, disfrazado de puma, a favor de los pobres y los más débiles.
Anarco
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