Nos guste o no nos guste, cada vez más, las inercias existenciales se asemejan más a un torrente ingobernable. La voluntad y el control del curso social, econónoco y politico del mundo actual resultan inaccesibles a las personas y a las instituciones. Las consecuencias de nuestras acciones han de interactuar con tantas variables que quedan sumidas en una total incertidumbre. Ello hace imposible elegir un destino accesible y acomodarse a las corrientes imperantes para poder alcanzarlo. Solo resta volver a recuperar aquello de "A dios rogando y con el mazo dando" y esperar que "cualquier noche vuelva a salir el sol".
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Nos guste o no nos guste, cada vez más, las inercias existenciales se asemejan más a un torrente ingobernable.
La voluntad y el control del curso social, econónoco y politico del mundo actual resultan inaccesibles a las personas y a las instituciones.
Las consecuencias de nuestras acciones han de interactuar con tantas variables que quedan sumidas en una total incertidumbre.
Ello hace imposible elegir un destino accesible y acomodarse a las corrientes imperantes para poder alcanzarlo.
Solo resta volver a recuperar aquello de "A dios rogando y con el mazo dando" y esperar que "cualquier noche vuelva a salir el sol".
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