miércoles, 23 de septiembre de 2009

PASEANDO POR LA FERIA DEL LIBRO DE OCASIÓN

















Como dice un comentarista a la nota de ayer, nos adentramos en los Encantes de los libros, en la feria de los libros de ocasión, donde sobreviven los ejemplares que han perdido el maldito encanto de la novedad. ¿Cementerio de muertos vivientes, pero atractivos pese al polvo, pese a la segunda o tercera mano que los ha manoseado con buena intención? Sí, atractivos, vivientes algunos, que a veces serán adquiridos para recordar una lectura de juventud, una lectura ilusionada, de descubrimiento mágico. Pero como nos advierte Marcel Proust, quizá será mejor no leerlo y limitarnos a acariciar la cubierta, el lomo, hojearlo, darle una ojeada, pues ya no somos aquel mismo niño que lo leyó:

En el primer momento, me pregunté con rabia quién era el extraño que venía a hacerme daño. Ese extraño era yo mismo, era el niño que yo era entonces, que el libro acababa de suscitar en mí, pues, como no conocía de mí sino aquel niño, a aquel niño evocó en seguida el libro, sin querer ser mirado más que por sus ojos, sin querer ser amado más que por su corazón, sin querer hablar a nadie más que a él.
(En busca del tiempo perdido / El tiempo recobrado)

El libro reencontrado sólo quiere ser abierto por el niño que un día lo leyó, y que hoy es otro y tiene otra mirada. Y a diferencia del caso que narra Proust
-en su laberinto de prosa iluminadora-, el libro que nosotros hemos encontrado en la feria, también es otro: es un ejemplar usado, de segunda o tercera mano. Es el mismo título, la misma edición, pero ya es otro ejemplar, como nosotros mismos, los paseantes perdidos por la feria del libro de ocasión.
Con todo, al final del paseo he adquirido un buen poemario por 3 euros.

El suplente del cronista

1 comentario:

albert tugues dijo...

Siempre en busca del tiempo pasado, de lo que un día fuimos, o de aquel libro mágico que leímos de niños, y que nos hizo vivir en un mundo aparte.

Muñequita linda