Van den Berghe, Flores sobre la ciudad
Preguntado por tercera vez, el Oráculo de los dioses responde que también él está confundido con el nombramiento de tantos Mandamases de la Cultura. Que ya no sabe a qué dios debe obedecer ni a quién dirigirse.
Por el contrario, los Correveidiles de la Cultura se prestan ya a obedecer todas las recomendaciones y consejos de tales Mandamases: ellos saben lo que nos conviene, y cualquier disidencia será amonestada con ausencia de tapas, copas y premios al mérito del trabajo.
“Quien no quiera entender, que no entienda”, dice el más listo de la clase.
“No me sean vocingleros”, será el título propuesto para el programa de la próxima campaña cultural, que deberá ser seguida y acatada por todos esos ciudadanos descarriados que leen y disfrutan de lo que no deben. La frase: “No me sean vocingleros”, nos protegerá de cualquier extinción, como ya se hizo, con óptimos resultados, con la protección de la especie el “Burro catalán”, excelencia animal reconocida por su bondad y fuerza más allá de los mares. “Poetas, narradores y artistas plásticos no vamos a ser menos”, sentenció el autor del lema:
“No me sean vocingleros”.
Firmado: Quevedo Swift Barcelona
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