miércoles, 24 de mayo de 2023

LA PROMESA

Foto: J.X.

Quería cumplir aquella promesa que hizo un día. La cumpliría hasta la muerte. Ni en los momentos de mayor debilidad, confesó de qué promesa se trataba. Era una promesa cuyo misterio no explicaría a nadie.

Cumpliría, pues, con la promesa dada.

Y una noche se adentró en el mar, con un ramo de flores entre las manos, como si fuera una plegaria.

Del peso de la muerte, del pesar, sólo quedarían unos pétalos esparcidos en el agua.

Gotas de sangre emergen del fondo del mar. Con el movimiento de las olas se entrelazan los pétalos esparcidos y las gotas de sangre.

Meciéndose en el agua, la transfiguración semeja una fuga lenta de pétalos que han abandonado el lugar de la caída, en el fondo del mar, donde se precipitó el ramo de flores, y que ahora emergen esparcidos en busca de una sangre que los una e ilumine, formando una corona.

En el fondo del mar, el ramo de flores, arrancados los pétalos, esconde su esqueleto detrás de una roca partida.

La corona, errante, hiende el mar y deja atrás una estela de ceniza de almas difuntas.

Es una corona de amor ensangrentado, una corona de pétalos flotando en el mar, a la deriva, una corona teñida de sangre.




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