Foto: J.X.
Pidió otra cerveza y un triángulo grueso de tortilla de patata.
Hacía mucho frío en el bar. En invierno tenían abierta una de las dos puertas, y en verano lo abrían todo, las dos puertas y una ventana del fondo, con la consiguiente corriente de aire que él no soportaba ni en verano.
Al terminar de beber la segunda cerveza, necesitó escupir en el pañuelo. Lo hacía lo más discretamente que podía, utilizando estrategias de ocultamiento que había ido aprendiendo, con trabajo y dolor diarios, a lo largo de su vida.
Sin embargo, en esta ocasión, una niña, que estaba con sus padres en otra mesa, descubrió lo que él estaba haciendo. Mirándola, intentó disculparse mediante una sonrisa. La niña no decía nada. Él tampoco podía decir nada. Era el silencio perenne de un vagabundo. Sin habla. Volvió a sonreír a la niña. Como un silencio de expiación por haber escupido en el pañuelo. Sin habla.
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