Foto: J.X.
No todas las almas aletean y vuelan bajo el azul del cielo.
El último trozo de su alma salió de su cuerpo, no volando, sino arrastrándose por el suelo de una calle sin salida, hasta fugarse por un agujero del muro que cerraba la calle.
Su cuerpo se quedó ahí, sin poder moverse, detenido en la calle sin salida.
El muro tenía clavada una madera escrita, que advertía:
No abandones toda esperanza.
Alguien escribió aquí:
“Aunque esté muerto y enterrado,
o incinerado y esparcidas las cenizas
al viento o al mar,
te echaré de menos,
te echaré de menos,
y los gusanos mojados de lágrimas
saldrán del cuerpo y del alma,
en busca de una flor para ti”.
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