domingo, 9 de enero de 2022

ANTES DE LAS ÚLTIMAS FLORES

 Foto: J.X.

I

No quiero vivir así..., no quiero despertar más..., y piensa en mí, piensa en mí", repetía ella.

Hoy él llega antes a su casa. Dispondrá, pues, de más tiempo para distraerse. Podrá pasar el rato muriendo un poco más, y hacerse algunas preguntas:

Cuando aún te queda un trozo de alma en alguna parte del cuerpo, ¿dónde se esconden los restos de amor? ¿Detrás de ese trozo de alma?

¿También caben un par o tres de flores marchitas alrededor de ese resto amoroso?

¿Queda aún espacio después de tanta destrucción?

¿Dónde se esconde el nombre que apenas si puedes balbucear y que tanto has querido?

Cuando un nombre se mete en el alma y supura de ausencia.

Cuando todo se ha perdido, ¿a qué hay que esperar para entregarse  definitivamente al vacío en donde se precipitan los trozos de alma?

Su tristeza era inconsolable cuando recordaba la soledad de sus seres más queridos. Esa soledad familiar que se acumulaba al peso de la soledad en que él vivió toda su vida.

Ya no disputa ni se pelea con la vida, como hacía antes cuando fracasaba en el amor. Ahora, más que nunca, se las tiene con la muerte, y los dos andan buscándose por las calles portuarias, oscuras, para ajustar cuentas pendientes a navajazo limpio, a palabra limpia.


II

Le gustaba substituir o añadir algunas palabras al poema escrito ayer. Recogía el polvo de los rincones y se desangraba. Las últimas gotas de sangre.

Algunos dicen que esa esperanza de añadir nuevas palabras a un poema reciente, era una forma de alargar su vida un día más.

Hoy añadirá, pues, algunas palabras más al poema. Para sobrevivir otro día.

Mañana, ya veremos...

Las últimas gotas de sangre, las últimas flores. Para la novia muerta, que él rescata de la guarida de la nada donde estaba recluida, y es él quien ahora muere embelleciéndola con las últimas flores, con las últimas palabras.


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