Foto: J.X.
Si uno vive solo le es más fácil ser piel y hueso y despellejarse.
Despellejarse hasta el alma.
Porque no hay nadie en casa que te espere y te mire a la cara y te advierta que te estás despellejando, que te estás jugando el pellejo.
Solo, puedes seguir con tu tarea, desollándote día a día.
Después, pasado un tiempo, te aventurarás a recorrer un bosque de huesos, el cuerpo transparente, el tuyo, y llegarás por fin a contemplar el vacío del alma, ya desollada, despellejada dentro de ti.
El vacío del alma, sin el pellejo, un vacío, sin embargo, que pesa hasta la extenuación.
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