Foto: J.X.
“Hoy me domina la tristeza de la cabeza a los pies”, me dice el hombre del bar. No ha podido ir a brindar con la novia muerta.
No se sentía en condiciones para llegar al lugar sagrado, donde ella y él brindan, con suma discreción. No quieren escandalizar ni a los vivos ni a los muertos con esos brindis llenos de nostalgia. Quizá, por otra parte, haya más gente brindando en el cementerio, con igual discreción, o bien haciendo declaraciones de amor póstumas, y no lo sepamos, añade antes de pedir otra cerveza.
El hecho de no haber ido hoy a ese brindis hace que le aumente el desconsuelo. No lo puede evitar, dice, y por eso le domina la tristeza de la cabeza a los pies.
1 comentario:
Comentario de "Una lectora corriente":
Cuando el deseo es tan fuerte que llega a ser un obstáculo para realizar cualquier acto, especialmente un acto de amor, solamente el esfuerzo y ese mismo deseo nos dejarán actuar como deseamos, a pesar de que todo el cuerpo y también el alma se resistan con un gran dolor a llevarlo a cabo.
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