Foto: J.X.
Añadir otra palabra.
Queda, pues, añadida.
Muy bien. Así.
Añadirla, sin escribirla.
Sin meta final. Sin lugar de llegada.
Otra salida del vacío de la página:
dejar que se extravíen todas las palabras
mientras uno se balancea sin destino
(se recomienda tener los bolsillos agujereados),
perder la memoria y caer cuanto antes, hasta el fondo.
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