Foto: J.X.
Medio cadáver, el novio de la novia muerta lleva un par de rosas blancas hasta el silencio.
Extiende los brazos y abre las manos para palpar la ausencia más absoluta (al abrir las manos, se han caído al suelo las rosas blancas).
Palpa la ausencia de todos los objetos y balbucea todos los nombres de los objetos.
Se bambolea en el silencio, con las dos rosas blancas en el suelo, entra la media vida y la media muerte.
Sigue andando por donde no quiere seguir andando (más bien, arrastra los pies), suplicando el final de este peregrinar por laberintos de ausencia.
Pide una buena muerte, no desea nada más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario