viernes, 4 de diciembre de 2020

SIN RESPUESTA

Foto: J.X.

Al cabo de un rato de leer el periódico, levanto la vista y veo al mismo personaje del otro día, sentado en el mismo taburete de la barra del bar.

Está observándome. Intento disimular y desvío la mirada hacia la calle, pero él ya se aproxima a mi mesa, sonriendo.

Me saluda y me anuncia que tiene nuevas frases para mí, dignas de ser anotadas. Le respondo que las guardaré en la memoria y más tarde las apuntaré en un cuaderno o, si le parece bien, en el blog de mi ordenador. Puestos de acuerdo, va a buscar la cerveza que tiene en la barra y se sienta frente de mí. Las frases son las siguientes, un poco más largas que la vez anterior, las del otro día, me advierte guiñando un ojo.

Dicen así: “Uno quiere arrepentirse por haber vivido y por haber conocido, pero no sabe cómo hacerlo. Si fuera católico, dice, bastaría con la confesión para arrepentirse, rezar las plegarias que le fueran encomendadas por el confesor, y ya está, ya se habría arrepentido y habría sido absuelto. Pero como no es católico, y apenas creyente, no sabe cómo hacerlo, no sabe a quién debería dirigirse para ser absuelto por haber vivido y por haber conocido. Y este no saber, esta falta de absolución, le angustia, le desespera hasta despellejarle el corazón y el alma”.

No sé qué contestar. Desolado, le aprieto una mano, en silencio. Me gustaría poder decirle que yo tampoco he sido absuelto, pero no quiero aumentar el peso de su angustia.

Se levanta de la mesa y sale del bar precipitadamente. No nos hemos despedido.


2 comentarios:

lectora de la Vall dijo...

Bon exercici de coneixement a la recerca del perdó.

una lectora corrent dijo...

El arrepentimiento depende de uno mismo; seamos o no católicos o creyentes, no debemos esperar la absolución por parte de otros, solo nosotros nos podremos arrepentir y continuar viviendo con menos dolor. Debemos intentarlo antes de rogar a otro que nos lo conceda.