Foto: J.X.
He
reincidido, lo confieso.
He
vuelto a bajar a la ciudad.
Cada
vez que reincido y bajo a la ciudad, dejo unas flores en el lugar
donde moraba la novia muerta, que ahora pasea soñando por el bosque
de los espíritus.
De
vez en cuando, me encuentro por la calle con algún espíritu del
bosque (nos reconocemos enseguida) que ha bajado a rescatar a alguna
novia o novio muerto.
Me
dicen que sólo bajan para cumplir esa función rescatadora, o de
rapto amoroso, para trasladar al mayor número posible de novias y
novios muertos al bosque de los espíritus, donde, para quererse, no
son necesarias tantas palabras ni decírselo todo.
Me
preguntan qué hago todavía por aquí, merodeando como un vagabundo
por esas calles de mala vida y de mala muerte. No sé qué responder,
y sonrío.
Cuando
nos despedimos con un abrazo, sin tocarnos (abrazando el aire impuro
de la calle), siento un roce delicado entre los brazos y las manos.
1 comentario:
Los mejores abrazos son aquellos que por deseados no se esperan nunca. EL roce suave del abrazo con el espíritu demuestra que podemos alcanzar, quizás en otra dimensión, nuestros deseos.
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