Alfonso
Vidal y Planas, escritor catalán, poeta, novelista, dramaturgo,
anarquista afiliado a la CNT, nació en Santa Coloma de Farners en
1891, y murió exiliado en Tijuana, México, en 1965, donde daba
clases de literatura y filosofía elemental en Tijuana. Había
obtenido una licenciatura en el extranjero, un poco extraña, y era
doctor en Metafísica por la Universidad de Indianápolis.
Escribió
en castellano folletines eróticos, utilizando un lenguaje
preciosista, entre modernista y popular a la vez, rico en metáforas
melodramáticas, historias de amor y depravación muy leídas en su
época. Sus personajes femeninos eran mujeres de la calle,
prostitutas que acaban mal o se arrepienten y son santificadas por
algún cliente poeta. Mujeres inocentes extraviadas en la ciudad,
que se enamoran de chulos de palabra fácil y seductora (otra clase
de poetas urbanos), que las corrompen y someten a vejaciones
demoníacas, iniciándolas así en el negocio del vicio que triunfa
en la ciudad, en esa “terra baixa”, como diría Àngel Guimerà.
Vidas de pecado que son dignificadas y convertidas en vidas
ejemplares. Ángel, pecadora, arrepentida y santa, camino de
peregrinación que el autor va construyendo mediante frases y
metáforas de pecado y humillación, hasta llegar, por amor, a la
salvación de la pecadora, del ángel caído. Dicen que el propio
Vidal y Planas rescató de la calle a una mujer pecadora, una novia de alquiler, y se casó con
ella más tarde, en la cárcel "Modelo", donde cumplía la pena por asesinato.
En
la pura infancia, encontré unos ejemplares de sus libros en un
escritorio misterioso de mi familia, herencia de un tío abuelo, según
me contaron mis padres, alarmados al verme con ángeles
caídos y demonios en la mano. Muchos años después, forzando la lectura,
creí apreciar algunas afinidades de “lenguaje de bisutería”, de
piedras preciosas baratas, de diamantes falsos incrustados entre las
metáforas de Vidal y Planas y las de Jean Genet.
Vidal
y Planas estuvo encarcelado cuatro años (aunque la condena era de 12
años y un día) por asesinar a su socio literario Luis Antón del
Olmet, periodista, por cuestiones profesionales y envidias, y también por haber sido cliente habitual de su mujer, antigua prostituta, a la que seguía acosando a pesar de estar ahora casada con Vidal y Planas.
Cuenta
Esteban Salazar la siguiente anécdota sobre Vidal y Planas en su
libro En aquella Valencia*, en
aquella España de guerra civil:
“Como
les decía, Vidal recibió las líneas (de una nota de Manuel Ortega
Pichardo, importante editor español de los años 30, que fue
detenido por los anarquistas), corrió al sitio donde tenían metido
a don Manuel, y preguntó a sus correligionarios, pues todos eran
allí anarquistas: «¿Y por qué lo vais a matar? Este hombre no se
ha metido en nada ni es peligro ninguno para la causa».
«Pero
sabemos (le explicaron) que es un inmoral…».
Lo
iban a matar por inmoral. La réplica de Vidal fue muy
buena:
«Compañeros, si vamos a matar en España a todos los inmorales no quedaremos nadie para contarlo».
«Compañeros, si vamos a matar en España a todos los inmorales no quedaremos nadie para contarlo».
El
razonamiento surtió efecto y le dieron el preso.”
*Esteban
Salazar Chapela, En aquella Valencia. Ed. Renacimiento.
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