martes, 8 de noviembre de 2016

TENER LA SARTÉN (O LA PAELLA) POR EL MANGO Y LA TORTILLA REQUEMADA


Con la iglesia española hemos topado: los católicos fundamentalistas se horrorizan al ver al Papa Francisco participando en la conmemoración del 500 aniversario de la Reforma Protestante. ¿Cuándo se renovarán, no sólo sus estructuras de poder, sino también su mentalidad, sus ideas fijas, anquilosadas en el pasado, contrarias a toda evolución?, pregunta la vidente del barrio.
Lo mismo cabe decir de las estructuras de poder de los partidos políticos, que se resisten al voto libre de la militancia y los simpatizantes, y a todo tipo de referéndum y decisión asamblearia, añade el politólogo del barrio.
Esto es por miedo a las locuras de los indignados, de esos rebeldes sin causa que no saben lo que quieren, responde la cuñada del dentista.
Sólo desacato y más desacato, quitar banderas y poner otras, no saben hacer nada más, interviene la fiscal del barrio.
Rebeldes con causa, señoras, rebeldes con causa, lo que pasa es que ustedes, que tenían bien agarrada la paella, la sartén por el mango, con la gran tortilla dentro, no quieren soltar la paella ni dar la vuelta a la tortilla, aunque ya está más que requemada y seca, apunta la nieta del anarquista.
Cuidado con lo que dices, niña, sobre la sartén, la paella, los huevos y la tortilla, que un concejal de Vic ha sido denunciado por decir que “para hacer una tortilla habrá que romper primero los huevos”, advierte la cuñada del dentista.
Para hacer tortillas es preciso romper los huevos”, creo que es una frase que también decía el psiquiatra francés Jacques Lacan, indica la librera del barrio.
Bueno, bueno, y también para hacer un buen poema hay que romper más de uno (un poema, no un huevo, no vayan a sacar conclusiones precipitadas), recomienda el poeta romántico.
Igual que en el circo, cuando aprendemos a hacer malabarismos con los huevos (de gallina, no saquen conclusiones precipitadas, que diría el poeta), y sólo después de ensayar y romper docenas y docenas de cáscaras contra el suelo conseguimos el malabarismo perfecto, explica el humorista.
Sartenes, huevos y tortilla a la española, a la francesa o a la catalana, que es también la tortilla a la francesa, según cuenta la tradición de los catalanes afrancesados, dice la vidente del barrio. 
¡Pues marchando cerveza y pincho de tortilla "lo que sea", pero sin cáscara, que hay que romper bien el huevo para hacer una buena tortilla, como decían en mi pueblo!, exclama la dueña del bar.



3 comentarios:

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Marga Iriarte dijo...

Nos paraliza el miedo a disentir, a cambiar de dirección.Somos pedigüeños del aplauso, buscamos ser aceptados antes que aceptar la crítica y sentirnos fuera el rebaño (Brassens lo cantó muy bien)
Muy pocos son capaces desafiar la corriente general. Quizás por eso es tan fácil que nos manipule cualquier listillo del tres al cuatro.