viernes, 2 de noviembre de 2012

CUANDO LA MUERTE TIENE UN PRECIO

Alfonso Ponce de León, Accidente (1936)
A propósito del día de difuntos, estos días se ha hablado mucho del precio de la muerte y las variedades modernas y de confort que ofrecen las empresas de pompas fúnebres. La muerte también cotiza en el mercado, y hay que advertir a los inversores que la muerte cotiza al alza (como el armamento y todo lo relacionado con lo bélico y la destrucción).
Los precios de la muerte, con la crisis y los recortes en la vida cotidiana, también se han visto incrementados, dicen los directivos de pompas fúnebres, hasta llegar a alcanzar la suma de 4.000 euros y más por la diversión de morirse confortablemente, dicen.
¿Una canción de Bob Dylan o Leonard Cohen será más cara que una de Isabel Pantoja o una del dúo afónico Serrat & Sabina para acompañar el último adiós? ¿Cantada en inglés será más cara que una en castellano o una en catalán de Raimon, Sisa, Pau Riba o Maria del Mar Bonet? Malos tiempos para la lírica y para morirse, un asunto cada vez más caro según los precios actuales del mercado.
Y un vecino pregunta en el bar: ¿Si dono mis órganos podré, al menos, ahorrarme los gastos de mi muerte? ¿Mis restos compensarán la hipoteca de mi muerte?
Ya lo anunciaba la película de Sergio Leone,  La muerte tenía un precio, con Clint Eastwood y música de Ennio Morricone.


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