jueves, 19 de abril de 2012

¿EL ENFERMO IMAGINARIO, O EL CIUDADANO COMO TRAFICANTE DE FÁRMACOS?

















Según las advertencias y medidas que anuncian los responsables políticos de la sanidad pública española y catalana, se diría que los ciudadanos del Reino de España y sus Autonomías se pasan el día en la farmacia en busca de medicamentos gratuitos (los jubilados), o rebajados de precio (los que un día serán jubilados). Medicamentos que no necesitamos, pero que vamos a buscar porque somos unos viciosos del producto farmacéutico.
Es decir, como si tuviéramos el vicio incurable de consumir fármacos a todas horas, aunque no los necesitemos: ¿todos los españoles somos unos drogadictos haciendo cola en las farmacias en busca de la droga gratis? ¿Y si las cajas y frascos de medicamentos estuvieran envasados en función de la necesidad, de la cantidad de medicamento que precisa una enfermedad, y no sobraran tantas píldoras y jarabes?
¿Alguien siente placer yendo al médico, dando una vuelta por la farmacia y llevando fármacos a casa, y luego consumir unas cuantas píldoras, tirar el resto a la basura e ir a la búsqueda de más fármacos gratuitos?
Sin duda, habrá algunos que tal vez disfruten transportando y acumulando fármacos en su casa, pero, ¿somos todos unos narcotraficantes pobres del fármaco, como sugieren los responsables políticos de la sanidad pública?
Y los laboratorios farmacéuticos, ¿qué dicen a todo esto, no tienen nada que decir sobre la acumulación y gasto de fármacos?

El suplente del cronista 

1 comentario:

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A Frede Vargas, Dolors Sabater Andreu y 3 personas más les gusta esto..

Eduard Ariza: De las tres obras e Molière que he leído (y probablemente de las que leeré) "El enfermo imaginario" es mi favorita. Supongo que mi condición de hipocondríaco tiene mucho que ver en esto. Nunca pensé que sería la ilustración más apropiada para exponer la tragedia de tener una sanidad imaginaria.

Rafa León: Ni enfermo imaginario, ni traficante de fármacos. Enfermo real (no digo monárquico, que también), preso del sídrome de Estocolmo. Y así, los secuestradores de la democracia y los derechos ciudadanos, esos terroristas de Estado, esos criminales cleptómanos y sicarios de la mafia, del totalitarismo financiero internacional, pueden hacer y deshacer a su antojo (bueno, al antojo de sus amos) cuanto quieran.

Luis Nadal: Quien siembra truenos, recoge tempestades y se están plantando demasiadas semillas de la discordia... llega un momento que toda soga, por resistente que sea, cede a la tensión, violentamente!!!...

Luis Nadal: ‎...nadie lo quiere y menos quien tenga una mínima idea de las terribles consecuencias de la violencia pero ya no es una cuestión de gramática, se trata de una ley fundamental de la física mecánica: toda acción, implica una reacción.

Rafa León: Y toda coacción (y ya no cabe duda de que vivimos en un Estado coactor y represor), qué respuesta merece. ¿O es que estamos volviendo a los oscuros tiempos del conformismo por miedo? Quizás, quizás.

Luis Nadal: El conformismo por miedo es condición humana. Nuestra capacidad de imaginar peligros, nos hace temer, tanto a los reales como a los posibles, de ahí el conformismo con un mal real, temiendo un mayor mal posible. Esta precaución es buena, aunque tiene sus efectos perversos, como todo. En cualquier caso, siempre existe un límite para el conformismo y lo importante es que no nos pasemos este límite, para ello es fundamental tener buena información. Puede parecer que todas estas palabrerías que se mueven por Internet son solo esto, palabras sin acción pero son algo mucho más importante, son información que con su divulgación nos pueden indicar cuando se ha llegado al límite.