lunes, 29 de noviembre de 2010

EL GATOPARDO, EL PODER Y LA LOTERÍA



















Unos ganan y otros pierden, dice la chica de la panadería. Barajar y paciencia si has perdido, barajar sin impaciencia si has ganado.
Pero, ¿unos y otros seguirán barajando, confiando en la suerte, en las cartas o en una jugada de dados?, pregunta el jugador romántico del barrio.
El poeta-filósofo de la taberna comenta que un tal Mallarmé ya apuntaba algo parecido sobre los dados, decía que con una jugada de dados  no acabarás nunca con el azar, no lo abolirás jamás, que todo es azar si no te separas de la jugada y recompones las cosas de otro modo, sin confiar ya ni en el juego, que es azar, ni en el azar, que es y no es juego, pero que siempre será azar.
Enrevesado juego verbal el del poeta-filósofo, responde irónica la nieta  del anarquista tomando un café. Victoria o derrota no son nada si la realidad sólo cambia para que todo siga igual, como decía Burt Lancaster en El Gatopardo, añade. 
Impresionante, sin embargo, el abundante y lento movimiento de gente mayor, paseando por las calles y haciendo pequeñas colas en los colegios electorales, ilusionados con la vieja tradición del voto, comenta el señor que vende lotería de Navidad.
De todos modos, dice la dueña del bar, sería más democrático si las listas de candidatos fueran abiertas, si cada uno de ellos, ganara o perdiera, tuviera que rendir cuentas a la gente del lugar donde fuera votado, barrio o pueblo.
Y también sería menos obsceno si unos no celebraran tanto la victoria, y otros brindaran menos por la derrota, añade el vendedor de lotería antes de salir del bar.
Menos barajar y más sentido común es lo que hay que pedir, le responde la dueña del bar al comprarle un décimo de lotería navideña.












El becario del suplente del cronista

4 comentarios:

albert tugues dijo...

Pienso que es higiénico políticamente que los partidos se vayan turnando en el poder. Que no se duerman en los laureles ni en las corrupciones, es lo que hay que esperar.

Anónimo dijo...

Más gestión, mejor administración del poder político y económico, y menos ideología decimonónica de derechas y de izquierdas. Señores, que ya estamos en el siglo XXI, y aún estamos utilizando la jerga política envenenada del XIX. Menos ideología barata, más ética y más poder adquisitivo

Pragmático

albert tugues dijo...

La ideología no sería ni mala ni buena, sería útil si se aplicara con sentido común para el beneficio de la humanidad, es decir, si sirviera para administrar mejor la justicia, la economía, la sanidad, etc.
No ideologías políticas fanáticas como religiones, sino pensamiento político libre para una sociedad más justa.

Insurrecta

Anónimo dijo...

Las ideas son importantes porque según éstas se pueden priorizar unas cosas u otras (los obreros o la banca, los grandes monopolios o las perqueñas empresas, la educación para todos o para algunos, etc) pero lo importante en un político es: honestidad y ganas de trabajar y ningún apego a la poltrona, con ésto bastaría para arreglar poco a poco las cosas, que ahora son muchas las que parece que no tienen arreglo.