miércoles, 24 de febrero de 2010

"EL TESTAMENT D'ALCESTIS": RELATO Y TIEMPO EN CINCO JORNADAS


















I
Escribe T.S. Eliot, en el primer verso del cuarteto “East Coker”: En mi principio está mi fin, verso con el que finalizará el poema, invirtiéndolo: En mi fin está mi principio*.
“En el fin está el principio”, podríamos decir también al comentar la novela "El Testament d’Alcestis", de Miquel de Palol, cuya trama narrativa se deshace y se teje de nuevo a lo largo de las distintas “historias” de que se compone la novela. Distintas, pero complementarias, historias que los personajes-relatores irán desarrollando dentro del gran relato que es la novela.
En el comienzo, un grupo de persona escogidas son invitadas a reunirse en una mansión, Can Pagès de Dalt, que su propietario se ve obligado a vender por razones económicas. Sin embargo, el motivo de la reunión no será una simple convocatoria de amigos, una celebración nostálgica por la venta de la casa. No: el motivo esotérico, el principio de todo, la causa iniciática de la reunión será un juego mistérico, el llamado “Joc de la Fragmentació”, el juego de la fragmentación. Este juego, que es la obra, transcurrirá a lo largo de unos días, divididos en cinco jornadas narrativas, donde uno de los personajes principales (quizá el principal, el núcleo del relato), Aloysia, muere ya en en la segunda jornada (¿muerte natural, accidental, asesinato?, no lo sabemos aún).

Primer asombro, primera paradoja: los personajes restantes deciden no llamar a la policía ni al forense, ya que ellos mismos –argumentan-, pretenden devolverle la vida, resucitarla. ¿Cómo es posible esto en el mundo moderno?, se pregunta el lector.


Segundo asombro, segunda paradoja: se trata de repetir lo vivido hasta ahora, momento de la muerte, pero mediante el relato. Más que evocar el pasado, invocarlo mediante los relatos distintos de cada uno de los implicados en el Gran Relato. De este modo, los personajes-relatores, escogidos a tal fin, contarán cada uno su historia, siguiendo un orden preestablecido, y la relacionarán con el resto de los personajes-no relatores, los oyentes, que irán interrumpiendo con sus comentarios el discurso de lo narrado: una serie de cuentos fabulosos, de verdadera fabulación mágica, que se integrarán en el cuerpo de la novela, a la manera de las mil y una noches.
Así se irán descubriendo partes ignoradas de la experiencia particular, que afectarán al grupo, a la experiencia común, modificándola, corrigiéndola.


Dice Bergson: “No percibimos prácticamente más que el pasado, siendo el presente puro el imperceptible progreso del pasado que corroe al porvenir.(Bergson: Memoria y vida, textos escogidos por Gilles Deleuze).
O como diría Proust: “Un nombre leído antaño en un libro, contiene entre sus sílabas el viento rápido y el sol brillante que hacía cuando lo leíamos.”

(M. Proust, En busca del tiempo perdido).
Y dice Kierkegaard, en El concepto de la angustia, después de explicarnos que “la posibilidad”, “la posibilidad de poder”, es lo que engendra angustia: “El lenguaje usual tiene una expresión extremadamente significativa: dice que "uno no encuentra palabras bastantes". Lo reservado es precisamente lo mudo; el lenguaje, la palabra, es lo salvador, lo que salva de la abstracción vacía de la reserva.”

La novela nos sitúa, pues, en la categoría de la posibilidad, en el relato de las posibles interconexiones, las cuales, al ser manifestadas por cada uno de los implicados en el relato, quizá puedan alterar el resultado final de la experiencia. O por lo menos, esto es lo que imaginan, lo que pretenden los personajes.

II
Volver a decir la realidad, las cosas, sin reserva, como salvación: operación poética. Ir y regresar, pero, sobre todo, volver a decir, volver a contarlo. La exigencia ineludible, imperiosa, de narrarlo, de volver a narrar lo que ha sucedido: a esta situación narrativa se van a entregar los personajes de “El Testament d’Alcestis”. Las mil y una noches, decíamos, los mil y un relatos que aplazan la muerte del relator, pero también el ciclo homérico, las jornadas del Decamerón, del Quijote, las jornades de Sade (sexo como placer y diversión, pero también como forma de conocimiento en "El Testament d'Alcestis", como sátira y destrucción), el humor, el ritmo entrecortado del Tristram Shandy (cortando, aligerando la trascendencia), las digresiones apocalítpticas, la visión surreal, lo inverosímil haciéndose verosímil como en el “Manuscrito encontrado en Zaragoza”, de Potocki: todo converge en el texto, todo se entrelaza en esta novela de "muchas voces", polifónica, de Miquel de Palol.

Pasarán de un relato a otro sobre lo sucedido (los personajes, los lectores), darán pasos narrativos hacia atrás para reanudar el camino, desde el inicio. Intentarán reestructurar el trayecto, desandar lo andado mediante historias complementarias: el resultado narrativo y vital debería ser la modificación de la experiencia, de la situación ya vivida. Es decir, cambiar el sentido de la experiencia en el tiempo, otorgándole otro sentido, otra orientación por medio de la narración, que actuará como agente provocador y modificador. Transfigurar la experiencia en una nueva, que será y no será la misma de entonces, convertida ahora en otra por la acción del relato, en un tiempo y lugar distintos. Someter a variación una situación dada, intentando rectificar una experiencia de muerte. Podríamos decir: favorecer la posibilidad del renacer, la posible resurrección mediante el relato de lo que ha conducido a esa muerte. Vida frecuentando a la muerte, vida y muerte frecuentadas: en el caso de Aloysia, un cadáver frecuentado y vulnerado por los vivos, una muerte tocada, ¿tal vez profanada física, sexualmente por algunos de los otros personajes? Una muerta con cinco rosas entre las manos, pero ni las flores se marchitan ni el cuerpo de la muerta parece corromperse: les cinc roses de les mans de la dama morta. Y dice Andreu, el narrador de la novela: -No s'ha podrit.

En suma, reconstruir la experiencia vivida, caminar por otros trayectos vitales (el de cada uno en relación con los demás), e intentar actuar sobre este presente de muerte, es decir, sobre la muerte de Aloysia, explicando todo aquello que, en el pasado, ha llevado a esta muerte presente. Como en la Cinta de Möbius, o como en las composiciones de Bach o en las perspectivas mágicas de Escher (todos citados en la novela): las distintas perspectivas, las variaciones sobre los hechos cotidianos narrados (desde los más vulgares a los más elevados), irán trazando las líneas del Dodecaedro (el Troiacord, figura fundamental de la novela), que será el conjunto, la figura geométrica final: la experiencia común en la que desembocarán las diferentes vidas, las diferentes “fragmentaciones” entrelazadas de nuevo en otro lazo o cinta.
En una “cinta única” de lo múltiple, de todo lo que nos han contado los relatores en sus versiones sobre la misma historia: las historias de cada uno de los personajes, hilos entretejidos en la trama de la historia general, cuyas variaciones relatadas pueden modificar el resultado, el producto final de la experiencia.


III
¿Y Aloysia, el personaje muerto, qué será de ella? ¿Conseguirán resucitarla, en la quinta jornada, mediante el relato del pasado, de modo que el nuevo relato total modifique el presente? ¿Podrán componer las variaciones necesarias sobre el pasado, estructurarlas en una sola narración, re-componer lo sucedido, y actuar, incidir sobre el tiempo presente para cambiar la situación, transfigurando a la muerte, es decir, haciendo de la muerte un estado provisional y hacer posible el regreso de quien murió hace ya tres días, Aloysia? Un misterio que sólo se podrá reducir a claridad siguiendo las huellas de las palabras, reiniciando el camino en espiral, los pasos de la experiencia, y escuchando la lectura de los relatos. Relatos cuya acción viene de otro lugar, de otro tiempo, pero que ahora es explicada y se manifiesta aquí, en este lugar, la mansión de Can Pagès de Dalt; y en este tiempo, en el tiempo del último relato -la Ciacona de la quinta jornada-, en que se contará la historia final: serán las últimas palabras que intentarán revelar la cinta oculta de la vida y la muerte, de ese misterio que se manifiesta en la novela, “El Testament d’Alcestis”. Una novela órfica.

*Nota. "En mi principio está mi fin. Inversión del lema bordado en el trono de María Estuardo. (Recuérdese la biografía de Baring, que lleva este lema por título). El lema, esta vez no alterado, aparece en el verso final del Cuarteto." (Nota de Vicente Gaos, en su trad. de los Cuatro Cuartetos, de T.S. Eliot).

El suplente del cronista

7 comentarios:

albert tugues dijo...

Me voy a sumergir en ese relato de relatos, Orfeo bajando a los infiernos, Hércules rescatando a Alcestis, que dio la vida substituyendo al rey Admet cuando éste debía morir.

Taumaturgo

albert tugues dijo...

Admet.
"Rei de Feres de Tessàlia. Un dels argonautes. Apol·lo, agraït de l'hospitalitat que Admet li donà, li oferí d'escollir un substitut per a l'hora de la seva mort. Alcestis, la seva muller, acceptà de morir en lloc seu."

l'Enciclopèdia

albert tugues dijo...

"Cuando Admeto, rey de Feres, solicitó la mano de Alcestis, Pelias, para librarse de los numerosos pretendientes, declaró que le daría su hija a él sólo si iba a su corte en un carro tirado por leones y jabalíes. Admeto logró hacer esto con la ayuda de Apolo.[3] Sin embargo, Apolo pidió a cambio la vida de Admeto o al menos la vida de alguien que pudiera ofrecerla por él. Tras pedir separadamente a su madre y a su padre –ya ancianos– que hicieran este sacrificio por él, Alcestis misma se ofrece para salvar a su marido y muere. Poquísimo tiempo después, Admeto recibió a Heracles en su casa y le contó lo ocurrido. Heracles, compungido, bajó al Hades y trajo de vuelta a Alcestis."

Un enciclopedista (de Wikipedia)

albert tugues dijo...

Entre Heracles y Orfeo: traspasar el límite, ir de un lado a otro, bajar a los infiernos, rescatar lo muerto que se quiere vivo, y procurar subir, traspasar otra vez el límite, y llevar el lado de sombra al lado de la luz. Viaje imposible, es decir, el más interesante.

Aventurero metafísico

albert tugues dijo...

He leído la novela de Palol, "El Testament d'Alcestis", y a mí también me ha sorprendido una cosa: el frío análisis conceptual que algunos personajes hacen de su propia praxis sexual (dicho sea en términos del olvidado Marcuse).

Una lectora

albert tugues dijo...

Como se dice en un pasaje de esta novela, El testament d'Alcestis, los pastores de las Bucólicas también hablan como Virgilio. Me parece muy interesante que los personajes que tienen una vida de lo más complicada, horrorosa y vulgar, hablen después con un lenguaje elevado, riguroso, para reducir la experiencia a concepto, a teoría de la vida. También podría ser un recurso narrativo, un efecto humorístico por parte del autor.

Otro lector

Anónimo dijo...

Thank you so much for this review! It is so difficult to find any criticism on Palol in any language, so I am always happy when I come across any text dedicated to the work of this exceptional writer. Based on your review, El testament d'Alcestis seems to be as exciting and bewildering as his magnum opus El Troiacord. I will definitely read this book as well, when I am rested enough after struggling with that monster of a book! Obviously, Palol is not for everybody, but if his texts touch you in some way, it's hard not to become a fan! I think he's one of the best authors writing today, and it's a pity that his greatest novel remains untranslated.