domingo, 6 de septiembre de 2009

DE LAS PALOMAS DE LA PAZ, Y EL VENENO





















No hay palomas de la paz a la vista. Pero ya nadie quiere a esas viejas palomas, que antes eran blancas, y ahora vagabundean por la cudad, nos han prohibido darles de comer y consideran las autoridades que lo mejor es envenenarlas. Palomas que los hombres trajeron a las ciudades para que las adornaran con su vuelo, palomas de la anunciación, el espíritu santo, palomas, símbolo de la paz. En vez de curarlas y distribuirlas por la tierra, es más fácil matarlas, envenenarlas: ahora el hombre ya no quiere jugar con ellas, ahora ya no son un adorno. Hay que matarlas. El hombre, siempre en guerra, con los otros, consigo mismo, con las palomas, con todo. Me afianzo destruyendo, no hablando con el otro. Decía Oscar Wilde que el hombre simpre destruye, siempre asesina lo que ama, o lo que amaba, en este caso. No nos preocupemos de las palomas de la ciudad ni de las palomas de la guerra, de la paz. Ya nos advierte un artículo de opinión del diario "El País", de ayer sábado:

Lo mejor que de ella (la guerra de Afganistán) puede decirse es que, amparada por la ONU, es legítima y legal a la luz del Derecho Internacional. Lo mejor, y por desgracia casi lo único bueno, pues los grandes objetivos están enfangandos.

Habría que recordar un pequeño olvido: que ese Derecho Internacional ha sido elaborado por los propios países que deciden qué guerra es buena y qué guerra es mala, olvidando también que Benjamin Franklin decía que "nunca hay guerras buenas" (lo citaba ayer en su comentario la "pensionista" Una transeúnte anarquista). En cuanto a las palomas, ojálá nunca hubieran gustado a los hombres, pues ahora vivirían en los bosques, en su verdadera tierra natal, lejos de los caprichos del ser humano y sus guerras. Lejos del veneno.

Decía un dirigente talibán en un vídeo: -Ustedes, los habitantes de lo países ricos, tienen mucho que perder. Nosotros, no tenemos nada que perder, excepto la vida.
Una vida de miseria, como la de las palomas, antes capturadas y traídas a la ciudades ricas y felices, para deleite de niños. hombres y mujeres. Antes mimadas, ahora envenenadas, como los países pobres, más o menos.

El cronista del barrio

3 comentarios:

albert tugues dijo...

Y no nos olvidemos de la Virgen de la Paloma, ni de La Verbena de la Paloma. No, las palomas no están de moda, y la de la paz tampoco. Picasso, Alberti, Serrat, la paloma se equivocaba y ahora anda envenenada.

Amigo de las palomas envenenadas

albert tugues dijo...

El "compromiso político" ha desaparecido. Voto a un partido, a "mi" partido, y ya no me responsabilizo de nada más. "Mi" partido lo hará por mí. Si lo hace mal, no será mi culpa, ya que no lo voté con esta intención. De todos modos, volveré a votarlo, ya que es "mi" partido, haga lo que haga. Esta es la política moderna, o "excusa de conciencia", o necesidad de un padre político que nos guíe y haga las cosas por nosotros, en fin: irresponsabilidad política.

Ángel ácrata

albert tugues dijo...

Algún día habrá que hablar de las "dictaduras de los partidos", de lo difícil que es la democracia cuando se instala la dictadura dentro de los partidos y se refleja en la sociedad. La democracia necesita una renovación "democrática", y la superación de los intereses partidistas, corporativistas. Primero, el bien general. No el bien partidista y, después, el bien general.

R., ex-militante