Raoul Dufy, Los carteles de Trouville (1906)
UN DESAYUNO
Llevaba ya varios días sin verme con Pepe, el sipieta, y con Andrés. Casualmente, los tres hemos estado ocupados los mismos días y, casualmente también, cuando ha vuelto a salir el sol -llevamos una semana de lluvias- nos hemos encontrado, y para celebrarlo hemos acordado ir a desayunar de cuchillo y tenedor, aprovechando la tregua que nos da esta primavera remolona.
Hemos ido a una taberna amiga donde unas alubias con chirlas y una ventresca de atún con ajillo al horno, regado ello con un tinto del vecino Penedés, nos ha reconfortado y limpiado el alma. El comer ha sido silencioso, no así la sobremesa de café, licor y tabacos, donde el desenfreno verbal se ha desatado.
Pepe me ha criticado por mi comentario del otro día al “TANGO LONDINENSE DEL G-20” (2-4 de este blog), no a mi exposición, con la cual también él esta de acuerdo, sino por mis conclusiones, que considera un tanto ingenuas. Andrés le contradice y, un tanto exaltado, le increpa que “si todos piensan igual, nunca va a cambiar nada y siempre los mismos se saldrán con la suya”. Yo escucho y callo con la mente algo turbia, hasta que Mateo, el tabernero, se nos acerca interesado por la polémica. Atiende a razones y concluye que sólo habrá remedio en la medida en que los poderosos también querrán salvar sus haberes. Pepe le advierte que son como hienas y que en su voracidad son capaces de morir antes de ceder un ápice.
Andrés, por su parte, reivindica la necesidad de hacerles ver la conveniencia de colaborar para salir del atolladero, y Pepe le contesta que estos “cerdos” no escuchan a nadie.
Mateo cierra la sesión y nos pone de manifiesto que si no nos han oído con el alboroto que hemos montado, desde luego que no oirán a nadie, y que vayamos desfilando que tiene que preparar las mesas para la comida.
Cuando ya salíamos, Mateo me dice que sí, que, aunque tal vez no sirva de nada, si nos callamos ya no seremos nadie..., pero, me advierte, “nadie no se pega estos desayunos”.
Luis Nadal
1 comentario:
Con un desayuno así se puede hablar de cualquier cosa.
Un saludo también.
Matilda Sagan
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